ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔛𝔛𝔛ℑℑℑ

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La situación en los Balcanes parecía estar mejorando y yendo a favor del Imperio Austro-Húngaro. Aunque, admitía que existía aún una piedra diminuta en su zapato. 

El Reino de Serbia era como una mosca gorda y ruidosa. Continuamente le llegaban cartas de sus agentes establecidos en el territorio bosnio; sus mensajes expresaban la consternación de las repentinas apariciones de Serbia o de sus intentos de mandar a través de ellos sobres con palabras ridículas para el emperador. Un fastidio total, pero no podían deshacerse de él de ninguna manera posible. 

—Su Majestad... otra carta. 

Avisó su asistente en su llegada a la oficina del pelirrojo. El gobernante puso los ojos en blanco y tomó el sobre sin entusiasmo. Con tan solo ver el sello le fue suficiente para saber quién era el autor. 

—Parece que las clases de Inglaterra no le sirvieron. Ni siquiera pone su sello real. 

Comentó disgustado y decidió abrir el sobre milagrosamente, pues la mayoría de las veces tiraba las cartas sin siquiera leer el contenido. 

"Sé que me has estado ignorando todo este tiempo. Porque me he desquitado con todo el infierno hacia ti y no he visto a ningún soldado con uniforme chistoso austríaco pisar mi territorio o destruir mis aldeas fronterizas como consecuencia de tu temperamento frágil. 

Ahora que has estado dominando tierras hermanas de mi alma eslava, quién sabe lo que puede venir y yo también terminaría siendo afectado por tus garras. Pero por ello me estoy preparando y he estado aprendiendo alemán para cuando me fuerces a ser tu mascota. 

Reconozco que siempre hemos tenido malentendidos sin explicación, por ello quiero remendar las cosas. Me esforcé mucho en expresar estas palabras para ti... кукавички педер, que se pronuncia kukavički peder, y se puede decir en alemán como schlappschwanz."

Las manos que sostenían la hoja comenzaron a arrugarla debido a la furia intensa que le jugaba con la paciencia. Rompió la hoja en varios pedacitos y los tiró a la chimenea detrás de él. 

—Cómo se atreve. 

Qué indignación, ese cerdo iba a pagar tarde o temprano. Pero no tenía tiempo para él. 

—Por favor dime que el asunto de Bosnia no es la única tarea que tengo. 

Su asistente inmediatamente revisó la lista de deberes y a su sorpresa, todo estaba marcado como completado. 

—Han habido protestas, como siempre, en el este del imperio. Les ha hecho llegar el rumor de que un supuesto salvador liberará al pueblo polaco de la opresión. Investigamos, pero Polonia no ha pisado su tierra, ha permanecido con Inglaterra todo este tiempo. Por lo tanto alguien que conoce de su existencia comenzó a esparcir la palabra. Hemos reprimido a las masas pero siguen queriendo hacer alborotos. 

Explicó el hombre que siempre le asistía en todas sus tareas. El Imperio Austro-Húngaro se recargó contra el escritorio de madera tallada y reluciente. 

—¿Es en serio? Les hemos proporcionado derechos, hemos permitido que tengan sus creencias, que estudien, ¿qué más desean?

La respuesta volaba en el aire de esa oficina, pero ninguno se atrevía a decirlo... ¿Autonomía?¿Poder? ¿Reconocimiento? Independencia. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora