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"¡Hola, hola! ¿Nos escuchan? 

Estamos transmitiendo la última comunicación de radio polaca. Hoy, las tropas alemanas entraron en Varsovia. Enviamos un saludo fraternal a los soldados polacos que luchan en la Península de Hel, y a cualquiera que pelee, sea cual sea el lugar... 

¡Polonia aún no está perdida! 

¡Larga vida a Polonia!"


—Lenkija!

Exclamó una niña para llamar la atención de su hermano. Este, al darse vuelta, se percató de que ella había tropezado con una piedra y caído en el lodo. Rápidamente volvió hacia ella y la jaló para que ambos huyeran. Pero en eso, una bestia de tal vez dos metros o más surgió, sus alas negras se extendieron, alzó su rifle y con una sonrisa espeluznante presionó el gatillo y le disparó a la niña, inmovilizándola de la pequeña pierna. 

Lituania gritaba y lloraba de dolor mientras Polonia intentaba arrastrarla, pero para su nula fuerza, ella era muy pesada. Al ver que esa bestia de cabellos blancos y negros se acercaba cada vez más, el temor absoluto lo controló. Sus piernas se movieron por su cuenta y comenzó a alejarse de su melliza. 

—Brolis! ¡No me dejes aquí!

Suplicó la niña al tope de sus pulmones. Polonia resbaló y se embarró de lodo. Vio a su hermana intentar arrastrarse y vio la cantidad de sangre que salía de su pobre pierna. Aún así, se limpió las lágrimas con sus manos lodosas y salió corriendo en cuanto hizo contacto visual con ese monstruo; orbes que eran azul claro, fríos, tal cual el invierno, mandándole un escalofrío, sería una mirada que jamás olvidaría. No miró atrás y solo pudo escuchar los gritos dolorosos de Lituania, asumiendo que había llegado su fin. 

No dejó de correr, su respiración era fuerte y acelerada mientras intentaba jalar aire y seguir corriendo al mismo tiempo. Tropezó con una raíz salida de la tierra y cayó en el lodo. Temblorosamente, Polonia se puso de pie y siguió corriendo, golpeándose con toda rama, piedra y arbusto del denso bosque. 

Al escuchar el ladrido de los perros, su corazón se aceleró. Rápidamente, se metió a un escondite inaccesible aprovechando su pequeño tamaño. Debajo de una coalición entre un tronco caído y las raíces elevadas que dejaban un hueco bajo el árbol. Sus manos desesperadamente jalaron hojas secas, musgo y lodo para cubrirse. 

Cada que escuchaba ruidos cercanos se callaba por completo, frenando su respiración por largos períodos de tiempo hasta asegurarse que no hubiera peligro alguno. Aquella primera noche durmió sin calor alguno, sin fogata, sin cubierta; completamente solo en un bosque oscuro, con ropa húmeda y con un llanto silencioso.

Pasó días caminando por los bosques sin realmente tener un rumbo establecido, ni sabía donde estaba. Pero la naturaleza siempre transmitía el sonido fácilmente y por largas distancias. Esa era su ventaja y desventaja al mismo tiempo, pues podía escuchar si estaban sus cazadores cerca, pero si hacía cualquier ruido, ellos podrían encontrarlo. 

—... Mamá... 

Susurraba seguido para darse cualquier tipo de consuelo, solo para recordar lo brutal que fue su muerte. La manera en la que el pie del Imperio Ruso aplastó con fuerza la cabeza de su madre... Reventó tal cual muñeca de porcelana. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora