ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔏𝔛𝔙ℑℑ

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𝔎𝔞𝔭𝔦𝔱𝔢𝔩 𝔏𝔛𝔙ℑℑ: 𝔊𝔢𝔥𝔢𝔦𝔪𝔢𝔯 𝔎𝔲𝔰𝔰

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Eran las celebraciones de año nuevo, Alemania seguía en su trabajo, y ahora se encontraba en un pueblo elevado por los Alpes. El pueblo entero se reunió en un solo lugar, invitando la presencia del médico que los estuvo ayudando. 

Con gran curiosidad, el doctor observaba el comportamiento rural de los pueblerinos. Las tradiciones, a pesar de ser las mismas, parecían completamente distintas a cómo se vivían en la capital. 

—Hallo, pequeña.

Saludó amablemente al ver que una niña se le acercaba tímidamente. Mantuvo las manos escondidas en su espalda hasta que se armó de valor con las mejillas coloreadas para darle un regalo al territorio. 

—Gracias por curar a mi padre de su fractura. 

Ella de seguro era la hija del paciente reciente que se cayó de su techo mientras intentaba retirar la nieve pesada. Tuvo una fractura en el brazo, nada que no pueda sanar, pero era necesario usar el método correcto para evitar algún impedimento en el futuro. 

Le ofreció un libro, y con cuidado el doctor lo tomó. Al hojearlo, parecía ser un libro de herbolaria tradicional.

—Vaya, muchísimas gracias... 

Aquella niña de trenzas rubias parecía mirar con gran emoción hacia los canes que reposaban alrededor del alemán. Captando su deseo, le dijo:

—Puedes acariciarlos. Adelante, son amistosos. 

Con una gran sonrisa, la niña se echó al piso para abrazar y acariciar a los perros de Alemania. A la distancia, la familia de aquella reía con alegría al ver la escena. Cuando Alemania hizo contacto visual con ellos, amistosamente le llamaron para que tomara asiento con ellos. Sin más que hacer, el médico aceptó. 

—Las cosas que usted ha hecho por los pueblos es impresionante, no sabemos cómo agradecer su esfuerzo. 

Mencionó una señora al bordar. El castaño claro se limitó a sonreír atractivamente y responder:

—No es nada... Es mi deber. 

—Y bueno, ¿cómo es vivir en la ciudad? 

Preguntó otro señor, se notaba que ninguno de ellos había ido más lejos que a ciertos poblados alrededor de las montañas. Alemania se tomó el mentón pensativo y admitió:

—Mm, si soy sincero, a comparación de aquí, allá es demasiado ruidoso. No lo sé, se siente distinto, aquí puedo respirar aire fresco y me da cierta inspiración peculiar, allá uno debe siempre estar alerta e involucrado en tantas cosas que no se disfruta nada. Pero claro que hay cosas que extraño, siempre paseaba por mis lugares favoritos.

El viejo arrugado con un bastón hecho a la medida debajo de sus manos asintió con la cabeza comprensivo. 

—Ah, así que ya sentiste el poder de estos lugares... 

Alemania ladeó la cabeza confundido.

—¿Cómo dice?

—Desde los orígenes de nuestros pueblos, siempre se ha creído que aquí en los Alpes, debido a distintos factores como la cercanía a la luna y a las flores especiales que este lugar posee gran paz y abudancia. Así hemos sobrevivido generación tras generación, el secreto está en las flores y su polén especial. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora