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Un aroma de exquisitas flores inundaba sus fosas nasales, estaba en un vasto campo en medio de la nada. Veía hermosas aves pasar por encima de él, caminaba sin cansarse y se encontraba con variedades de cosas que le hacían sonreír admirándolas.
Pero abrió los ojos rápidamente, alguien le despertó al tocarle la punta de la nariz. Últimamente su sueño era liviano debido al estrés y estado de alerta en el que se encontraba constantemente; ya no era como en sus años de estudiante, en los que podía estar pegado a la almohada sin reaccionar aún si tocaban trompetas a lado de su oído.
Se estiró como primera acción aún sin levantarse y cuando finalizó, abrió los ojos por completo para ser bendecido por una bella imagen frente a él.
—Buenos días, Schlafmütze.
Saludó el Imperio Austro-Húngaro con una tierna sonrisa que decoraba su rostro. Estaba sentado al borde de la cama mientras terminaba de desenredar sus rizos.
Su amado constantemente lo visitaba y pasaba algunos días con él. Siempre dormían juntos como si fueran una pareja casada, a pesar de que no fuera posible por una larga lista de motivos. Sin importar esa parte decepcionante, el par usaba anillos discretos y escondían su relación amorosa con una diplomática bastante cercana.
—Es muy temprano, volvamos a dormir...
Murmuró el Imperio Alemán al acercarse al pelirrojo y abrazarlo delicadamente en un intento de convencerlo de que se acostara. Acoger en sus brazos al mayor le brindaba seguridad y una felicidad que no se reemplaza con nada en el mundo.
—Le pediré a los sirvientes que traigan el desayuno a la cama.
Añadió el castaño.
—Me temo que no puedo esta vez... Checoslovaquia debe volver para sus lecciones de arte.
Explicó el Austro-Húngaro procediendo a acariciar el rostro de su amado y luego le palmeó el hombro para que se levantara de la cama. Después de unas cuantas quejas, finalmente se puso de pie y comenzó a alistarse.
Las mañanas en el palacio del Imperio Alemán eran relajadas y muy silenciosas. Los sirvientes parecían caminar de puntas para no perturbar a nadie y nunca había escándalos.
—Que falte en una ocasión no le hará daño. Le hará un favor, los niños deben dormir todo lo que quieran.
El Imperio Alemán continuaba con sus intentos de convencer al mayor a que permaneciera con él. Desafortunadamente, el pelirrojo era reconocido por ser un tanto... tozudo. No en el mal sentido, pero era demasiado apegado a sus creencias.
—Nein, poco antes de venir dijo que le gustaba el piano, ¡no se lo puede perder!
Desde el primer instante en el que su hija tuvo el más pequeño rastro de conciencia, el joven emperador quería que ella desarrollara su creatividad. La incentivaba a que intentase de todo y él mismo se emocionaba cuando ella hacía algo. Checoslovaquia podía decir que le gustaban los animales y su padre mandaría a hacer un nuevo zoológico exclusivo para ella; así de entusiasmado y complaciente era con cada detalle de ella.
Llegaron a la habitación en donde siempre se hospedaba la pequeña y el Imperio Austro-Húngaro comenzó su rutina mañanera con Checoslovaquia.
—¿En serio debe hacer esto? Puedo llamar a que una sirvienta lo haga.
Cuestionó el Imperio Alemán después de darse la vuelta al ver que el pelirrojo iba a cambiar a su hija.
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Lieber Edelweiß | Countryhumans
FanfictionLa flor de Edelweiß vive escondida en los helados Alpes. Una bella flor blanca de apariencia frágil. Pero cuidado, porque ese espejismo oculta lo resistente que es, lo reservada que es... lo solitaria que es en la brillante nieve... como si no quisi...