ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔛𝔛𝔙ℑℑ

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𝔎𝔞𝔭𝔦𝔱𝔢𝔩 𝔛𝔛𝔙ℑℑ: 𝔖𝔠𝔥𝔫𝔦𝔱𝔱 𝔦𝔫 𝔡𝔦𝔢 ℌ𝔞𝔫𝔡

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—Jestem Polska!

Exclamó el desconocido. Los estudiantes lo habían sentado en una silla de madera mientras que todos lo rodeaban y le hacían preguntas. ¿Quién era? ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué los trataba de tal manera? ¿Por qué nunca se reveló?

Con señas y palabras incomprensibles se comunicaban. De lo que podían rescatar hacían traducciones a medias o inexactas, pero era algo. 

—¿Pero qué es lo que dice? Lleva repitiendo eso por un buen tiempo. 

Se quejó el Reino de Serbia. 

El chico de ojos rojos se apuntó a sí mismo repetidamente y repitió:

—Polska! 

Entendiendo aquello, el Principado de Bulgaria supuso:

—Dice que se llama Polska. 

Todos se miraron confundidos. El Reino de Italia frunció el ceño y dijo:

—No existe eso. Claramente es como nosotros, miren, tiene una bandera. Pero... ¿será una región? Puede ser un estado, provincia, o incluso alguna ciudad. Veamos, saquen un mapa. 

Se encontraban en la habitación del Reino de Rumania, por lo tanto ella comenzó a buscar  entre sus pertenencias. Pronto, ella desenrolló el gran mapa que revelaba todo el mundo y con señas, le ordenaron al tal "Polska" que indicara de dónde provenía. 




Era la hora del desayuno, el Imperio Alemán tenía días sin saber nada del Imperio Austro-Húngaro. Le había enviado algunas cartas desde la academia, pero nunca obtuvo respuesta... no podía evitar sentirse consternado por el pelirrojo. 

Los alumnos habían descubierto al tal "fantasma" que no les dejaba dormir ni estar en santa paz. 

Con cuidado lo liberaron y lo agarraron fuertemente para trasladarlo a la alcoba del Reino de Rumania ya que esta era la del último piso y eso le ocasionaría un reto al desconocido si era que deseaba escapar con la pierna lastimada. Realizaron varios intentos de comunicarse con él, pero no resultaron, pues no existía un puente que les permitiera comunicarse adecuadamente. 

Parecía ser que nuevamente el castaño permanecería en solitario. 

—¿Por qué Inglaterra no ha llegado? Me muero de hambre. 

Dijo el Reino de Italia fingiendo llanto mientras se sobaba el estomago. Era regla esperar a que todos estén presentes para poder consumir los alimentos en la mesa. Pero por alguna extraña razón, el rector aún no arribaba, eso era muy en contra de sus propios principios. Minutos transcurrían, parecía que la taza de café frente al Alemán dejaba de humear... no permitiría que el frío lo matara en ese horrible lugar. 

Tomó la taza silenciosamente y le dio sorbos al café servido. Al verlo cometer este acto, algunos se dieron por vencidos y comenzaron a usar los cubiertos para agarrar la comida o bebían el café tibio para evitar congelarse. El invierno había llegado a esa isla ubicada en el norte. 

—¿Cree que Inglaterra se haya dado cuenta de... el "fantasma"?

Preguntó el Principado de Bulgaria a unos asientos de su lado, y la dama a su lado, el Principado de Montenegro le respondió:

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora