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"Es una emergencia, necesito que venga de inmediato. Ahora."

Caos total no era lo suficiente como para describir la situación en la que el grupo reducido se encontraba. La traición era lo de menos realmente; pues se trataba de planos, información y secretos cruciales que podrían voltear las cosas en cualquier momento de esa cruda guerra. 

—¡Esto es una locura! ¡Lo sabía! ¡Mein Gott, y no hice nada para detener a esa rata traidora!

El Imperio Alemán apenas se había quitado el saco al entrar y ya se estaba topando con una escena de pánico ardiente. Inmediatamente fue a asistir al pelirrojo sentado en el piso reluciente de aquella oficina, se arrodilló a su lado al ver que no había suficiente espacio libre debido al desorden de carpetas y papeles esparcidos por toda la superficie.

—Vine en cuanto leí lo que decía la carta. ¿Qué ha pasado?

Un suspiro tembloroso fue expulsado del caballero estresado y no pudo evitar jalarse los rizos despeinados. Se encontraba luciendo un pantalón de su uniforme de gala, una camisa floja y sin abotonar por completo, y su cabello suelto le llegaba hasta los hombros. 

—El Reino de Italia nos ha dado la espalda descaradamente. Es cuestión de horas inclusive para que declare la guerra y se una a los Aliados. 

Era la mañana aún cuando se dio cuenta del desastre. Austria-Hungría despertó cuando su horario cotidiano lo estableció; apenas comenzaba a alistarse y ni una taza de té consumió cuando le dio interés por avanzar un trabajo suyo pendiente... Fue a su total sorpresa cuando se percató de que algo andaba muy mal, incluso el olor delataba la situación. 

Incluso el silencio que emanaba la normalmente acogedora oficina generaba desconcierto en el emperador austríaco. Si la vista no le fallaba, entonces algo lucía diferente... como si el diablo hubiese dejado sus huellas húmedas de sangre impregnadas en la madera pulida. 

Lentamente recorrió la oficina ordenada y con todo puesto en su lugar, ¿qué era lo que no cuadraba? ¿El autorretrato se había inclinado? ¿Cambiaron el orden de su estantería de libros? ¿Las cortinas... o la silla? No se trataba de eso. Nada de eso. 

No fue hasta que comenzó a revisar los cajones y las carpetas que se dio cuenta de lo que realmente ocurría. Y fue muy tarde cuando vio que alguien abrió su caja fuerte. 

—No sé cómo pero tuvo el tiempo suficiente como para encontrar las llaves de cada uno de los cajones y robar documentos importantes. 

Después de una corta pausa, el pelirrojo soltó una risa baja y sonreía como tonto mientras negaba con la cabeza. 

—Incluso se tomó el tiempo de llevarse cartas personales entre usted y yo. Simplemente... Así revelará nuestros secretos que mantuvimos con esfuerzo durante más de veinte años. Y se puede decir que esos datos amorosos son lo de menos en estos tiempos. 

El Imperio Alemán estaba decidido a ponerse de pie pero el mayor lo detuvo jalándole de la manga antes de que finalizara la acción. 

—No se moleste en llamar a los guardias, hice el suficiente escándalo como para que todo el palacio se ponga a trabajar investigando cómo pudo suceder esto en una sola mendiga noche. 

Las manos del castaño sostuvieron el rostro suave de su amado, sus dedos demostraban cierto índole de ansiedad, de temor; pero su voz segura de si emitía todo lo contrario. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora