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El Imperio Alemán había arribado a su hogar hasta la madrugada, se escabulló de nuevo junto a Heinrich y se apresuraron en esconder todo rastro de la invitación secreta. Una vez su cabeza pudo tocar la suave almohada, cayó dormido  solo para pocas horas después, ser despertado por el igualmente adormecido Heinrich para comenzar con la rutina mañanera. 

—No se duerma. 

Avisó el seguidor al ver al Imperio ladeando la cabeza mientras los sirvientes le peinaban para estar presentable frente a sus padres. 

El Imperio Alemán estiró el brazo hacia uno de los empleados y este rápidamente puso frente a él la vasija de porcelana con un paño bañado en agua helada. El castaño extendió este y lo exprimió antes de mojarse de nuevo el rostro con el líquido frío. 

Una vez estuviera listo, Heinrich aplaudió rápidamente para ahuyentar a los sirvientes y así quedarse a solas con el Imperio Alemán. 

—Estoy haciendo los planes para su siguiente escapada. Oí que su majestad, el Reino de Prusia saldrá de cacería, eso significa que durante la mayoría del día estará ausente. El problema será su majestad, la Confederación Alemana. Sus planes siempre son espontáneos, podría ser que  desee llamarle pero usted ya se habría ido. Eso significa un gran peligro mayormente para usted... reunirse con su enemigo de nacimiento, en la frontera de ambos imperios... Sería una decepción para mi fallarle. 

Al observar el rostro consternado y pensativo de su seguidor, el castaño le sonrió entretenido y al secarse la cara del agua fría, le respondió:

—Deje de preocuparse, sé que es un poco complicado, pero siempre hay una manera. Si se le hace imposible, lo haré yo mismo. 

Heinrich suspiró y dudó mirando hacia su amo:

—¿Cómo puede ser usted tan despreocupado?

El Imperio Alemán se encogió de hombros, abrió la puerta de su alcoba y le contestó:

—Solo Dios sabrá. 


El desayuno familiar fue lo más incómodo, nadie hablaba en absoluto. Mientras desayunaba su padre, este leía algunos informes y cartas. Su papá le dedicaba miradas complejas para los ojos del Alemán. Siempre fue complicado descifrar lo que pensaban sus progenitores, uno con la cara de piedra; y el otro o sonreía o se guardaba en un silencio acompañado de un rostro sereno. Aquel día, la Confederación Alemana tenía la segunda descripción. 

Pero al castaño ya no le interesaba saber lo que sucedió entre ellos, desde que llegó al palacio ambos lucían distantes. Pero por suerte no estuvo presente durante la noche, le hubiera estresado tener que escuchar las discusiones mientras intentaba dormir. 

Lo que sí pudo intuir, era que ambos de sus padres lucían vacilantes, parecían querer decirle algo pero ninguna concretaba la acción. Esas miradas sospechosas le hacían dudar al Imperio Alemán en si estaban enterados de lo que sucedió en la academia, o peor... que se escapó. 

Una vez el Reino de Prusia partió y aseguró traer algo para la cena, el hijo inventó una excusa similar, diciendo que deseaba tener un tiempo a solas y daría un paseo. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora