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La imponente iglesia se alzaba como testigo silencioso de los siglos que habían pasado. Sus altas torres se elevaban hacia el cielo, perforando las nubes como agujas afiladas, mientras sus intrincados arbotantes se extendían como brazos protectores. Los vitrales coloreados daban vida al exterior de piedra gris, pintando un lienzo de luz que contrastaba con la solemnidad de su arquitectura.

Reich le dedicaba una mirada determinada frente a unas puertas enormes, tan gruesas como cinco paredes hechas de ladrillos grandes juntas, además de ser de varios metros de altura. Su mano enguantada se posó contra la insignia extensa tallada sobre las puertas, y al medio se hallaba un cerrojo que a simple vista parecía sencillo, pero un extenso mecanismo finamente diseñado yacía oculto para mantener resguardado el misterioso secreto que era la cámara de gobernantes. 

—Adelante. 

Ordenó el nazi, retrocediendo y permitiendo que sus agentes lograran forzar los mecanismos con unas herramientas hechas específicamente para esto. Mientras giraban la llave del mecanismo con fuerza pero al mismo tiempo con precisión para no dañar la madera, se escucharon los primeros crujidos que resonaron por toda la iglesia de ida y regreso, hasta que por fin se escuchó el desbloqueo. Todos se apartaron y esperaron atentos hasta saber que era seguro. 

Reich se acercó nuevamente a paso lento y tragó antes de empujar con su propia fuerza individual ambas puertas que pesaban toneladas cada una. En cuanto las puertas dejaron el aire frío entrar hacia aquella cámara, todas las velas se encendieron, como si fuese el umbral hacia un mundo oculto. Era una cámara sumamente larga sostenida de grandiosos pilares. La atmósfera era densa y cargada, como si estuviera impregnada de la energía de siglos de secretos, rituales y sobre todo, poder. 

—En este terreno surgió el primero de nuestra línea, se construyó una iglesia sobre ese recinto específico para crear una cámara y resguardar todos los tesoros de su primer líder... 

Explicó Reich mientras se paraba frente al primer retrato, el del Estado de la Orden Teutónica, quien posaba serio con una enorme espada y su armadura con plata reluciente. Bajo el retrato había un pedestal que exponía su espada perfectamente conservada junto a su armadura de gala. A su alrededor yacían sus tesoros más preciados. 

—Después fue donde nació su hijo, el Ducado de Prusia, convirtiendo esta iglesia en un área de creación. 

Añadió mientras caminaba hacia el siguiente retrato que mostraba al primer alado de la familia. El duque posaba apoyado de un bastón plateado con la forma de un águila en la cima. Era casi idéntico a su heredero. 

—La historia de este territorio cambió con la ascensión. 

El Reino de Prusia tal vez tenía el mejor retrato, o es que era al que más respetaba y admiraba. Todas las medallas que alguna vez poseyó estaban organizadas junto con muchos tesoros más. 

—Y se alcanzó nuestro mayor esplendor con la llegada de un segundo gobernante a su lado. 

La Confederación Alemana del Norte era una cara que contrastaba a los de la familia por haberse unido por medio de matrimonio. Pero todos sabían que él era demasiado inteligente y astuto. Cuando ambos gobernaban, era la Confederación quien se encargaba de la administración interna del poderoso imperio mientras que Prusia lidiaba con las políticas externas, tratados, y de las colonias. En sus tesoros se podían admirar sus relucientes medallas, su espada, y en una caja de cristal, una pluma de inmersión hecha de metal de grabados elegantes con una pluma de ave exótica a su final; con esa misma pluma logró escribir las cartas con Prusia. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora