ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔛𝔏𝔙

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𝔎𝔞𝔭𝔦𝔱𝔢𝔩 𝔛𝔏𝔙 : 𝔄𝔯𝔪𝔢𝔫𝔦𝔰𝔠𝔥𝔢𝔯 𝔊𝔢𝔫𝔬𝔷𝔦𝔡

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El salón permanecía con luces tan tenues y débiles que apenas se podían ver los rostros completos. Se trataba de las altas horas de la noche, en una reunión silenciosa y secreta. Pues se trataba de asuntos los cuales eran mejor tratados a puertas cerradas. 

—Si los Aliados se enteran de tus acciones, me temo que no permanecerá de pie por mucho tiempo. 

Murmuró el Imperio Austro-Húngaro después de observar las fotografías que yacían sobre la mesa. El sultán chasqueó la lengua y respiró profundamente antes de bufar de mal humor. 

—No puedo creer que mandaste espías a que siguieran mi sombra. No pensé que se tomaría la alianza nuestra tan... en serio. 

Replicó el Imperio Otomano. Unas ojeras comenzaron su recorrido debajo de los ojos marrones del castaño. Le enfureció a cierto grado que los de su bando no confiaran en él... Específicamente ese emperador pelirrojo celoso por la atención del perro mayor, el Imperio Alemán; así es como veía la situación de ambos, aunque evidentemente, desconocía de los detalles internos. 

Para el de origen austríaco no existía algo semejante a "confiar en sus aliados". Él sabía que todos tenían intereses propios y que se aprovechaban del poder del Alemán. No permitiría que algo así sucediera. Fue por ello que mandaba a que los vigilen de lejos, como una simple medida de precaución. Jamás se imaginó que se enteraría de un crimen como ese. 

—Austria-Hungría tiene toda la razón, estará en graves problemas. Si él fue capaz de infiltrar a sus mensajeros, no me imagino los que sean capaces de entrar como turistas o algo por el estilo. Uy... Admita que está en la cuerda floja. 

Comentó el Reino de Italia mirando las mismas fotos. No sentía lástima por las víctimas, era gente que jamás conocería en su vida y que ni siquiera eran sus servidores. Se trataba más de una infamia que ponía muchas cosas en juego. 

—Y usted es un cobarde. ¿Por qué sigue aquí si no declara la guerra contra alguno de nuestros enemigos, eh?

Contestó el Imperio Otomano sintiendo cierto tipo de acoso hacia él, nunca se le debía tratar a un sultán de tal manera. El italiano le dedicó una mirada llena de desprecio; recordaba la razón de por qué casi nula vez le dirigía la palabra, a excepción de cuando debían saludarse en algún evento social. 

El Imperio Alemán carraspeó para llamar la atención de los presentes, quienes estaban a nada de cometer una riña salvaje. 

—Ninguno aquí revelará ni proporcionará detalles tanto de estos crímenes como de esta precisa reunión. ¿Me han entendido?

No debía decir mucho como para que el resto comprendiera a la perfección el mensaje que estaba asomando. Tampoco debían responder, pues callar las bocas era más que suficiente, era la mejor señal para dar en claro que captaron la orden. 

Pero el Imperio Alemán no dejaría aquel controversial tema flotando en el olvido. No era necesario ver los documentos y fotografías para establecer su punto. Hizo contacto visual exclusivamente con el hombre de un ojo blanco, y lo mantuvo por largos segundos hasta que preguntó demasiado tranquilo como para ser verdad:

—¿No me dirá qué ocurrió? ¿Hm?



En la Tracia turca se encontraba el peligro enemigo, era al norte con el golfo de Saros con el mar de Tracia y al sur con el estrecho de los Dardanelos y el mar de Mármara donde fueron desplegadas en tierra firme tropas Aliadas. 

Lieber Edelweiß | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora