Las bolitas de San

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Mingi, que se enorgullecía de su posición como observador profesional del Promise, se había dado cuenta desde el momento en el que volvieron al barco que San estaba escondiendo algo dentro de su chaqueta. No se hubiera dado cuenta si, por ejemplo, San estuviera usando la chaqueta de Yunho, o incluso la de Seonghwa. Pero usando esa que llevaba en sus manos por casi cuatro años y que ya le quedaba muy pegada al cuerpo, Mingi era capaz de ver desde lejos los bultos en sus bolsillos. Claro, siendo Mingi aquel ser tan curioso, se moría por preguntarle a San qué traía escondido pero no pudo hacerlo; ayudando al resto a cargar provisiones al barco y charlando con Jongho, Mingi no tuvo la oportunidad de ponerse delante de San e interrogarle. Para cuando estuvo libre de tareas y el Promise ya se estaba alejando del puerto, Mingi ya se había olvidado de los bultos en la chaqueta de San. (Mingi podía ser el mejor observador profesional, pero también se distraía con demasiada facilidad y eso era un problema).

El misterio de los bultos en los bolsillos de San regresaron a su mente cuando le vio alejarse del resto a descansar en un ladito. Sin perder tiempo, Mingi fue detrás de él y le alcanzó rápidamente (con cada día que pasaba fuera del agua, más fácil se le hacía correr, quién se lo iba a decir). San no parecía sorprendido ni molesto por la presencia de la sirena, es más, le sonrió. Mingi pensaba que San tenía una sonrisa preciosa y que eran pocas las veces que el muchacho le sonreía directamente a él, por lo que atesoraría aquel momento por el resto del día. Se sentó frente a él, mirando con sus ojos pequeños y verdes los ojos marrones y de gato de San. Así estuvieron unos segundos, observando al otro y esperando a que alguno dijera algo.

ㅡHola, Mingi ㅡdijo San al fin, cansado de aquel silencioㅡ. ¿Qué haces aquí?

ㅡHola, Sani ㅡcontestó Mingi, redirigiendo la atención a la chaqueta del otroㅡ. ¿Qué tienes ahí? ¿Es un secreto? ¿Puedo saberlo? Sé mantener secretos. Pregúntale a Seonghwa, ¡no le he contado a nadie que en verdad no le gusta la chaqueta nueva del Capitán, aunque le dijo que le encantaba!

San levantó las cejas y Mingi se tapó la boca con ambas manos nada más terminar de hablar, dándose cuenta demasiado tarde de su error. San se echó a reír y Mingi hizo un puchero, con las mejillas rosas por la vergüenza.

ㅡNo se lo digas a nadie, es un secreto.

ㅡSi Seonghwa quisiera mantenerlo en secreto de verdad, no te lo hubiera contado a ti, estoy seguro. Además... Todos sabemos que a Seonghwa nunca le gusta nada las chaquetas y abrigos del Capitán, así que no me sorprende tampoco ㅡSan soltó otra risitaㅡ. No te preocupes, Mingi.

ㅡSeonghwa tiene razón, el Capitán lleva mucha ropa siempre y casi siempre es bien fea, ¡se debe estar muriendo de calor con esas chaquetas tan grandes! ㅡMingi frunció el ceño, porque no entendía las elecciones tan extrañas de Hongjoongㅡ. El Capitán es un hombre muy raro, no le entiendo.

ㅡNi tú ni nadie, Mingi. Ese hombre es un enigma, nunca sabes qué se le pasa por esa cabeza tan despeinada que tiene ㅡSan metió las manos en sus bolsillosㅡ. Y volviendo al tema, lo que tengo en la chaqueta no es un secreto. Es un pequeño capricho, pero Seonghwa dijo que podía hacer lo que quisiera con mis monedas y esto me llamó la atención.

San sacó de ambos bolsillos cuatro bolitas naranjas y se las enseñó a Mingi, que las veía con una curiosidad extrema. Mingi agarró una, le dio vueltas, la olisqueó, le dio un lametón y se llevó la sorpresa de que tenía un sabor muy amargo. San se volvió a reír y le quitó la bolita.

ㅡMingi, no le des lametones.

ㅡ¿Qué es eso?

ㅡ¿No sabes qué?

ㅡNunca en mi vida he visto tal cosa ㅡMingi volvió a coger la bola y le dio un apretón suaveㅡ. ¡Oh, está blanda!

ㅡ¡Yah, idiota, la vas a apachurrar! ㅡSan se la quitó una vez más y le dio una palmaditas sin fuerza a Mingi en la manoㅡ. Es una naranja, una fruta.

¿Naranjas... así se llamaban esas bolitas... de color naranja...? Mingi frunció todavía más el ceño y cruzó los brazos sobre su pecho, enfurruñado.

ㅡ¡No me mientas! ¿Cómo se van a llamar como un color?

ㅡNo te miento, ¡se llaman así!

ㅡ¡No te creo!

ㅡTe lo juro por el Promise que no te miento y que me parta un rayo en dos esta misma noche si no estoy diciendo la verdad.

Mingi entrecerró los ojos. Si San se lo prometía de esa manera tan exagerada, debía ser verdad. De todos modos, Mingi seguía sin creérselo del todo y le surgió la pregunta de si el color se llamaba por las bolitas en los bolsillos de San o si las bolitas en los bolsillos de San se llamaban así por el color. Ya le preguntaría sobre eso a San en otro momento.

ㅡ¿Quieres probarla, Mingi? Está rica.

ㅡ¿Seguro que está buena? La he lamido y sabe raro.

ㅡEs que la piel no se come, tontito. Mira, mira ㅡSan peló la naranja con una rapidez que sorprendió a Mingi y se la dioㅡ. Esto es lo que se come.

Mingi pestañeó muy despacio, asombrado por lo diferente que se veía la naranja ahora que San le había quitado la parte de fuera. Estaba dividida en varios trozos pequeñitos y tenía cositas blancas pegadas. Mingi volvió a olisquear la fruta y sonrió muy contento al notar que olía rico y para nada peligroso.

ㅡ¡Huele muy bien, mejor que los perfumes que hay en los mercados!

ㅡMmh, sí, huelen bien... Cómete un trozo y deja de olerlo, ¿eres un pescado o un perro, uh?

ㅡSoy una sirena ㅡprotestó Mingi en voz baja, mientras partía la naranja en dosㅡ. Oh, se abre muy fácil...

Mingi se metió la mitad de la naranja en la boca sin pensárselo dos veces y masticó por un buen rato, a la vez que San le miraba de reojo y pelaba otra de las bolitas.

ㅡ¿Qué te parecen, Mingi?

ㅡUhmmmm...

Mingi no contestó, solo se metió la otra mitad de la naranja a la boca (después de quitarle la cosita blanca que había en el centro). Tras tragar, Mingi se puso a pensar.

ㅡ¿No te gusta? ㅡSan le preguntó, al notar que Mingi llevaba un par de minutos sin hablarㅡ. A lo mejor era una ácida... Hay unas que son más dulces que otras.

ㅡ¡San! ㅡexclamó Mingi de repente, echándose encima del pobre muchachoㅡ. ¡Está deliciosa, casi creo que me gusta más que el pescado frito! ¿Por qué nunca me habíais dado de comer algo tan rico?

San acabó aplastado contra el suelo, con Mingi sobre él. Aunque nunca había sido objeto de los ataques de afecto de la sirena, San parecía muy tranquilo debajo de Mingi, quien no dejaba de exclamar su nuevo amor por las naranjas.

ㅡEs que no podemos llevar frutas en el barco, se pudren ㅡle dijo San, tras meterle en la boca la naranja que acababa de pelarㅡ. Y son un poco caras, depende de dónde las compres... ¿Te puedes quitar de encima? Que Yunho se dedique a tocarte el trasero en la cubierta no significa que yo quiera lo mismo.

ㅡ¿Y por qué no, no te gusta mi trasero? ㅡMingi se quitó de encima y se sentó de nuevoㅡ. Puedes tocarlo, si quieres.

San suspiró y le revolvió el pelo a Mingi tras incorporarse. Mingi cerró los ojos, muy satisfecho, porque le gustaba cuando le tocaban el cabello.

ㅡOtro día a lo mejor...

ㅡEstá bien... ¿Me das más naranjas?

ㅡOye, que son mías, ¡y ya te has comido dos!

ㅡ¡Es que están deliciosas! Creo que no podré comer nada más que naranjas y pescado frito por el resto de mi vida. Venga, no seas malo, Sani...

ㅡDifícil lo veo viviendo en un barco... ¡Y no me mires así, no te voy a dar mis naranjas!

San se puso en pie y salió corriendo, sabiendo que Mingi no iba a darse por vencido. Y así pasaron el resto de la tarde, con Mingi persiguiendo a San y tratando de robarle las bolitas naranjas de sus bolsillos.

✨✨

Que Mingirena no supiera qué eran las naranjas me tenía sin poder dormir bien y aquí estamos (?)

AfterglowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora