I told you that no matter what you did I'd be by your side

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ㅡMingi, ¿tú me quieres?

Eso era lo último que esperaba escuchar Mingi cuando contestó la llamada aquella noche. Eran las dos de la madrugada y solo había escuchado el teléfono porque aún no se había ido a dormir; estaba viendo en la televisión películas de mal gusto, con escenas de sexo demasiado explícitas e innecesarias y sin ninguna trama que había encontrado en un canal cuestionable, y no podía si quiera decir qué estaba pasando en la pantalla (el insomnio le hacía consumir tonterías, ojalá el cerebro no se le fuera a pudrir por culpa de los gemidos fingidos que salían del aparato a metro y medio de él).

Que Yeosang le estuviera llamando a esas horas no era del todo extraño, pues el otro muchacho tampoco dormía bien por las noches. A veces se hablaban durante horas para hacer la noche más amena, a veces Mingi se quedaba dormido con la voz grave y lenta de Yeosang cerca de la oreja. (A veces Mingi soñaba que Yeosang estaba a su lado).

Lo que sí era extraño era la pregunta que Yeosang le había hecho nada más empezó la llamada. Ni un hola, ni un buenas noches, ni un qué tal Mingi. No, Yeosang parecía no tener tiempo para eso. Solo habían sido cuatro palabras, una de ellas siendo el nombre de Mingi (qué bien sonaban esas dos sílabas saliendo de entre los dientes de Yeosang). Una cuestión simple, con dos respuestas posibles (, no). Sin embargo, Mingi tardó en contestar, ocupado en otro asunto.

Siendo ese asunto el tono de Yeosang, la prisa entre las cuatro palabras, la respiración agitada del otro que le hacía cosquillas en la nuca. Yeosang no hablaba así, con tanta urgencia. Yeosang no quería saber si Mingi le quería, no, era otra cosa, pero no sabía el qué aún. Además, cómo no iba a saber la respuesta a esa pregunta...

Todo el mundo sabía la respuesta a esa pregunta.

ㅡMingi, por dios, contesta. ¿Me quieres, o no?

Era demasiado tarde y Mingi podía sentir un dolor de cabeza creciendo poco a poco desde su sien derecha. Soltó aire por la nariz y tras pensarlo por unos segundos más, llegó a la conclusión de que lo que Yeosang le estaba preguntando era más bien algo como ¿estarías dispuesto a hacer lo que sea por mí?

Y qué cruel era Yeosang, haciendo esas preguntas. Todo el mundo sabía la respuesta a esa pregunta también.

ㅡClaro que te quiero, Yeosang.

El otro lado de la línea se quedó en silencio y Mingi solo era capaz de escuchar los pasos de Yeosang por el suelo de baldosas (de un color rosa pálido, feo, anticuado) y su respiración entre cortada (asustada, incluso. Pero no realmente. A lo mejor preocupada).

ㅡ¿Qué necesitas, Yeosang?

ㅡHe matado a alguien.

Mingi apagó la televisión, no sin antes admirar la desnudez del par de personas en la pantalla y suspiró. De todo lo que esperaba escuchar en esa noche de insomnio, eso era lo último que se pudo imaginar. Mingi trató de no romper a llorar en ese mismo instante, qué hombre más descarado era Yeosang. Con qué frialdad se lo decía. No estaba preocupado por la muerte de alguien, estaba preocupado por sí mismo.

ㅡNecesito ayuda, Mingi. ¿Puedes venir a buscarme...? ㅡdijo, y aunque no estaba asustado, se le notaba la vulnerabilidad entre palabra y palabraㅡ. No quería hacerlo, de verdad que no... Mingi, por favor, no sé qué hacer...

Cómo le involucraba en líos de aquella magnitud, sabiendo perfectamente que Mingi haría lo que fuera por él. No era nada estúpido ese Kang Yeosang, había acudido a él porque sabía que Mingi iría hasta el fin del universo si se lo pedía. Yeosang comenzaba a agitarse y sus pasos sobre las baldosas rosas se estaban volviendo más rápidos, como si estuviera dando vueltas por su salón, frenético, inquieto. Mingi se lo podía imaginar a la perfección: mordiéndose el pulgar, con las cejas juntas, el cabello desordenado.

AfterglowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora