J'ai pensé c'est son problème (NSFW)

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😳contenido sugerente(?)😳

Las botas de Hongjoong estaban desgastadas y eran pesadas y ásperas; a Seonghwa le fascinaba lo robustas que eran, lo duras y poco delicadas eran esas botas, que alzaban a su capitán varios centímetros del suelo. Le sorprendía lo mucho que habían aguantado, pues no eran nuevas y relucientes cuando llegaron a manos de Hongjoong. Seonghwa se preguntaba si seguían tan fuertes como recién cosidas gracias a él. Quería creer que sus besos y los toques tímidos con la lengua sobre ellas habían tenido algo que ver con la aparente invencibilidad de aquel simple par de botas; el paso del tiempo y la crueldad de las circunstancias que Hongjoong les hacía pasar no parecía hacer mella en ellas. Seonghwa no podía decir con certeza cuándo había empezado aquello: eso de arrodillarse delante de su capitán y esperar pacientemente por alguna orden. Todo parecía arremolinarse en su memoria, mezclando fantasías y sueños con lo que en realidad pasó aquella noche que él y Hongjoong cruzaron una línea que a lo mejor, en aquel momento, borrachos y con la sangre caliente por discusiones sin sentido, no debieron haber cruzado. Sin embargo, Seonghwa tenía muy presente el momento exacto en que, por primera vez, Hongjoong le había pisado como si no fuera más que un insignificante bicho. Seonghwa tenía la mejilla contra el suelo y respiraba con dificultad, por la posición tan humillante en la que se encontraba y por la bota de Hongjoong presionando su cabeza contra la madera que tenía debajo. Las lágrimas habían salido de sus ojos con rabia porque a Seonghwa, aunque le gustaba, no quería darle esa satisfacción a Hongjoong, a su capitán... Seonghwa suspiraba ahora con el recuerdo, riéndose de sí mismo por haber subestimado al hombre para el que ahora se arrodillaba sin pensarlo dos veces.

Ya eran incontables las ocasiones que las botas de Hongjoong le pisaban, le hacían retorcerse en el suelo, le hacían llorar. A veces empezaba porque Hongjoong necesitaba sacar toda la frustración que llevaba dentro por no encontrar aquel maldito tesoro que no le dejaba dormir; a veces era Seonghwa quien provocaba a Hongjoong, susurrándole al oído palabras no muy amables, con la clara intención de fastidiar al otro hombre. Aunque, muchas veces, simplemente surgía. En algunos días que se hacían demasiado largos como aquel, Seonghwa agarraba a su capitán por el brazo y lo guiaba sin prisas hasta el camarote que compartían casi todas las noches. Al principio Hongjoong se dejó hacer, dócil entre sus brazos, besando con pereza a Seonghwa. Con dedos hábiles que ya se sabían el camino de memoria, Seonghwa usó más tiempo del necesario para desabotonar la camisa sucia de Hongjoong. Su capitán siempre se sentía caliente bajo las palmas de sus manos, cuando exploraba con ellas sus hombros, pecho y espalda, trazando con los dedos las cicatrices que marcaban su piel bronceada. Hongjoong permitió que Seonghwa disfrutara unos minutos de control, se dejó mover desde la puerta hasta la cama, se dejó besar, morder, se dejó adorar por Seonghwa. El capitán regaló a su amante suaves gemidos, casi inaudibles, y Seonghwa los guardó todos y cada uno de ellos en un rinconcito de su mente para rememorar cuando no se pudieran permitir las horas para estar así. Seonghwa dió las gracias a cualquier deidad que escuchara por haber puesto a Hongjoong en su vida, dió gracias limpiando con la lengua el sudor de la piel de Hongjoong, dió gracias hundiendo los pulgares allí donde al capitán se le marcaba la pelvis.

Era imposible para Seonghwa no emocionarse al tener esa pizca de poder sobre Hongjoong, cuando lo tenía bajo su cuerpo y lo tocaba sin prisas y le hacía exhalar gemidos dulces y empalagosos. Seonghwa deseaba besar a Hongjoong y arrancarle todos los jadeos y ruidos que tuviera que darle. Sin embargo, ese control que Seonghwa poseía era falso. Hongjoong se lo recordó con un tirón de cabello, que obligó a Seonghwa a despegar sus labios del vientre del capitán, donde trataba de crear una señal con los dientes que indicara que en algún momento él estuvo ahí. Hongjoong perdió la delicadeza una vez decidió que había tenido suficiente de permanecer pasivo ante las caricias de su amante; obligó a Seonghwa a incorporarse y ponerse de pie delante de la cama. Un movimiento de la mano de Hongjoong fue suficiente para que Seonghwa entendiera y se desvistiera, sin molestarse en hacer un espectáculo de ello pues no era necesario. Hongjoong lo observó desde su lugar en la cama, como un rey desde su trono mirando a un simple plebeyo. Seonghwa se puso de rodillas con las manos entre los muslos y esperó. A Hongjoong le había costado tener a Seonghwa tal y como lo tenía, largas noches pasaron con Hongjoong tratando de doblarlo y romperlo, de tenerle a sus pies sin protestar. Porque a Seonghwa le costaba al principio entregarle a Hongjoong el control, nada acostumbrado a dejarse llevar como el Promise en aguas tranquilas. Una vez Hongjoong rompió a Seonghwa y lo hizo llorar y babear a sus pies, una vez Hongjoong lo tuvo como quiso, no hubo marcha atrás.

El capitán levantó la barbilla de Seonghwa con la bota, le movió la cabeza de lado a lado y presionó la suela con suavidad contra su mejilla.

ㅡ¿Qué voy a hacer contigo, Park? ㅡHongjoong se preguntó en voz alta, sin dar oportunidad a Seonghwa para contestar antes de hablar de nuevoㅡ. ¿Qué quieres que haga contigo, mnh?

😳😳

A lo mejor, en el futuro, podréis leer esto entero. O no 😌😌😌y sí, esto es del universo de Mingirena.

AfterglowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora