Al fin y al cabo, soy tu hyung

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Aquella tarde Jongho estaba sentado en un sillón, con un libro sobre hadas y brujas sobre su regazo. Por primera vez en todo el día, había algo parecido a la tranquilidad en la casa de los Park-Jeong: San estaba durmiendo una siesta en su cuarto, tras correr y bailar y saltar por todo el salón durante más de una hora hasta el cansancio; Yunyun hyung se había ido a limpiar la cocina porque se había montado un desastre impresionante a la hora de la comida y de él solo se podía escuchar su silbido mientras frotaba la encimera; Hwa hyung estaba a punto de dormirse también en el sofá, pero de vez en cuando se espabilaba y hacía como que realmente le interesaba lo que fuera que estuviera haciendo con su teléfono; y por último estaba Hongjoong, sentado en el suelo entre el sofá y la mesilla, con un montón de botes de esmalte de uñas, trozos de algodón y varias cosas más dentro de una cajita que Jongho no sabía bien qué eran.

La semana anterior, cuando estuvieron visitando a los papás de Seonghwa hyung, cada uno de los niños recibió un poco de dinero, porque los papás de Seonghwa hyung eran esa clase de abuelos que consentían demasiado. San se lo gastó casi todo al día siguiente, tras un largo viaje a una librería. Compró un libro sobre dinosaurios que no tenía y compró una copia de otro que ya tenía para regalárselo a Mingi ("Es que Mingi-yah quiere aprender y este libro es el mejor si no tienes ni idea sobre dinosaurios", había dicho San al regresar a casa. "Espero que le guste."). Por otro lado, Jongho había guardado su dinero dentro de un cajón porque no sabía qué podía comprar, pues nada le interesaba lo suficiente. Hongjoong, al parecer, había comprado el montón de esmaltes y cositas que tenía en el suelo en ese momento. Jongho no sabía que a Hongjoong le interesaba ese mundo, pero tampoco sabía mucho de Hongjoong en general. El mayor de los niños era un tipo muy raro. Tampoco ayudaba que los primeros dos meses de Jongho en esa casa hubieran pasado con él y Hongjoong peleándose por cualquier bobada, sin darse oportunidad para conocerse como era debido. Jongho prefería no pensar en el arañazo que Hongjoong le dejó en la cara, como tampoco quería pensar en el puñetazo que él le dio a Hongjoong en la nariz. Todo estaba más tranquilo entre ellos ahora, que era lo único que importaba, aunque todavía no se conocieran demasiado bien.

Hongjoong parecía muy concentrado en lo que estaba haciendo, con los ojos casi bizcos por estar mirándose las uñas de su mano derecha y con la punta de la lengua entre los dientes. El color rosa chicle que Hongjoong había escogido resaltaba demasiado con la ropa negra que llevaba y a Jongho le sorprendió mucho aquella elección de esmalte. De verdad que no encajaba con la imagen que tenía de su hyung en su cabeza. Nunca le hubiera imaginado como la clase de persona que se pintaba las uñas, y menos de rosa chillón. A lo mejor de negro y con sharpie, eso tenía más sentido para Jongho. Miró hacia Hwa hyung, que al fin había acabado por dormirse con el teléfono sobre el pecho y la boca abierta, y frunció un poco el ceño. ¿No le importaba que Hongjoong se estuviera pintando las uñas? Aunque a Jongho le daba igual, había estado en casas donde eso nunca hubiera estado permitido y se preguntaba si Yunyun hyung y Hwa hyung podrían tener una opinión negativa sobre aquello. Suponía que no, Hwa hyung había visto a Hongjoong pintándose las uñas y no había dicho nada antes de quedarse dormido y Yunyun hyung fue quien llevó a Hongjoong a comprar los esmaltes y demás. A Jongho le gustaba eso de ellos.

Jongho cerró el libro porque ya estaba demasiado distraído como para continuar con él y se levantó del sillón para poder ir a sentarse delante de Hongjoong. Le había entrado la curiosidad y quería ver de cerca qué estaba haciendo. Hongjoong no dijo nada al verle ahí. Se limitó a levantar las cejas por un segundo y luego volvió a concentrarse en su mano. Jongho se sorprendió otra vez al notar lo largas que estaban las uñas de Hongjoong, como si llevara meses sin cortárselas. No se había dado cuenta hasta entonces y ahora los arañazos de Hongjoong tenían mucho más sentido.

ㅡ¿Te vas a quedar ahí mirándome todo el rato? ㅡpreguntó Hongjoong unos minutos después, cuando todas sus uñas estuvieron pintadas y estaba esperando a que se secara el esmalteㅡ. Tus ojos saltones me ponen nervioso.

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