Choisan del Otro Lado y la hora del baño

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Choisan se había convertido en niñero de un día para otro. A veces no estaba muy seguro de sí había hecho bien en comerse el alma de Kang Yeosang y unir sus vidas de aquella manera. Sí, pensó que sería divertido entretener por un rato a un mocoso con tendencias extrañas y fijaciones cuestionables. Y sí, era divertido. Pero no dejaba de ser un niño y ahora Choisan se veía obligado a hacer cosas que no esperaba.

Acompañar a Yeosang al colegio era fácil: sujetaba al mocoso entre sus brazos y en un pestañeo estaban ahí, bajo la sombra de un árbol en el patio. (La primera vez que hizo eso, Yeosang acabó vomitando a sus pies. Uh, quién diría que la brujita se iba a marear al viajar por las sombras. Qué débiles eran los niños). Ayudar a Yeosang con la tarea era incluso más fácil; cuando uno tenía casi quinientos años existiendo, acababa por acumular una cantidad innecesaria de datos que eran muy útiles en ciertas circunstancias. Incluso ayudar a Yeosang a hacer amigos había resultado menos complicado de lo que podía parecer: Park Seonghwa era el perfecto niño normal, bueno y sensible pero no tan sensible como para no soportar la excentricidad de Yeosang.

Ser el niñero-demonio familiar de Kang Yeosang podría haber sido ser peor, supuso. Lo único que tenía que hacer era evitar que se matara o matara a alguien, llevarle al colegio y ayudarle con los deberes. Sonaba simple, ¿verdad?

(Sonaba simple hasta que Yeosang se descontrolaba).

ㅡ¡NO QUIERO!

Desde su lugar en lo alto de un mueble y en su forma gatuna, Choisan observaba en silencio a Yeosang y a mamá Kang. La brujita estaba con los brazos cruzados y los labios estirados en un puchero. La señora tenía las cejas levantadas y las manos en la cintura, para nada impresionada con la rabieta que estaba montando su hijo.

ㅡ¡Y a mí me da igual que no quieras!

ㅡ¡No me puedes obligar! ¡San, dile que tengo mis derechos!

Choisan se lamió una de las patitas y se la pasó por la cara. ¿Por qué quería Yeosang involucrarle? ¡Él no tenía nada que ver! Además, estaba loco si pensaba que Choisan se iba a poner en contra de la señora Kang. Ella sí que daba miedo cuando se enfadaba. Ante su silencio, Yeosang le miró con el entrecejo arrugado y Choisan se alegró de que las miradas (o al menos, las suyas) no matasen. 

ㅡTe tienes que bañar, no hay más que discutir.

ㅡ¡Estoy limpio!

ㅡYa quisieras, señorito. Llevas todo el día retozando en el jardín, ¡vete al baño, ahora!

ㅡ¡No!

ㅡYeosang, que no tienes cinco años ㅡla señora Kang suspiró y se giró para poder ver al demonioㅡ. San, haz algo.

El gato-demonio-familiar hizo un ruido. ¡¿Hasta la señora Kang quería meterle en aquel asunto?! ¿Qué tenía él que ver con que Yeosang fuera un cochino?

ㅡ¡No metas a San en esto, madre!

ㅡCierra la boca antes de que te corte la lengua y se la de al búho de cena, Kang Yeosang. ¡Choisan, te estoy hablando, haz algo!

Choisan dio un salto hacia el suelo y antes de caer, regresó a su forma humanoide. Al lado de la señora Kang, el familiar sonrió con la boca torcida, esperando las órdenes.

ㅡHaz que Yeosang se bañe. Como si lo tienes que llevar arrastrando al baño. Buena suerte.

Le dio una palmada en el hombro y se fue a la cocina a terminar de preparar la cena. Ni siquiera le dio tiempo a quejarse, ¡qué descaro tenía mamá Kang, abandonando a Choisan con aquella bestia indomable! Claro, que el estúpido demonio se ocupe del mocoso... A eso había llegado su vida.

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