capítulo 3

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¡ESTÚPIDA TÚ!

Capítulo 3.

Álex y mi hijo están tirados en el piso con la ropa llena de sangre, el corazón se me detiene, la sangre me baja hasta los pies y me vuelve a subir. Unas lágrimas ruedan por mis mejillas, empiezo a gritar como loca mientras me acerco rápidamente y de la nada los dos sueltan una carcajada, ¡Los mato, lo juro!

—¿¡Qué demonios les pasa!? —grito.

Los dos siguen en el suelo sosteniendo su abdomen, no paran de reír, me cruzo de brazos con el ceño fruncido, estoy muy molesta. Álex se pasó, por poco me da un infarto, pensé lo peor, juro que esto no se queda así.

—¡Estás mal de la cabeza! ¡mierda, con eso no se juega! Eres un...

Estoy histérica, ellos solo se ríen, Mini Álex se incorpora y llega hasta mí.

—¡Mami, te enojas por nada! —me dice con una sonrisa —,solo estábamos jugando.

—¡Margot! —Grito.

Segundos después aparece por la puerta del jardín. La fulmino con la mirada.

—Contigo hablo después —Asiente tratando de no reírse, no es la primera vez que hace de cómplice cuando se trata de bromas —. Encárgate del niño.

Lo toma de la mano, pero antes de alejarse mini Álex toma mi mano, con esos ojos azules tan profundos me mira fijamente.

—¿Vas a enojarte con papi? Solo estábamos jugando, mami no seas dramática.

Dicho eso, sale corriendo. Fulmino a Álex con la mirada y el muy estúpido solo se encoge de hombros.

Giro sobre mi propio eje, cuando escucho.

—¿¡Nena, en serio te vas a molestar por esa tontería!?

—¡Cállate, eres un maldito estúpido!

—¡Ven y me callas! —Su voz es suave y mortal.

No voy a ceder tan fácil. Frunzo el ceño.

—Con esas cosas no se juegan, ¿qué es lo que te pasa? Pensé lo peor.

Siento un nudo en la garganta de lo enfadada que estoy.

»Imaginé que algo les había pasado y fue horrible, te pasaste Álex y lo sabes.

Empiezo a caminar y antes de cruzar la puerta de cristal lo miro.

—¡Te juro, que esto no se queda así! ¡Estúpido!

—¡Estúpida tú! —responde.

Muerde su labio inferior, ¡Rayos! ¿Qué se cree? Mi voluntad es más fuerte.

Cruzo la cocina y luego la sala, él tras de mí.

—¡Nena!

Paso junto a Margot.

—¡Señora Paola!

Levanto la mano derecha en una clara señal de «no hablo con nadie» subí las escaleras corriendo, solo escucho.

—Margot, creo que hoy dormiré en el jardín con Canela y Lucas.

—Señor Álex, se le fue un poco la mano, la señora está muy molesta.

—No te preocupes, no es contigo Margot, yo me encargo. Tengo doctorado en domar fieras.

Suelta una carcajada.

Llego a mi habitación y cierro la puerta con seguro, corro las puertas corredizas para llegar a la terraza, cierro los ojos, aún estoy temblando. No sé como rayos hicieron todo, les quedó demasiado real, tampoco me interesa. Creo que hace cinco años no tenía un susto tan grande, desde aquel día que me pidió que fuera su esposa, sonrío, sacudo la cabeza, seriedad, se supone estoy muy molesta.

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