capítulo 64.

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¡Estúpida tú!.

Capítulo 64.

Llegamos a la clínica, lo pongo sobre la camilla y grito desesperado que necesito ayuda. Por la puerta aparece un doctor y una enfermera que lo ingresan de inmediato, los sigo, pero no me dejan entrar. Veo con impotencia como desaparecen con mi hijo por el pasillo. Siento que el corazón se saldrá de mi pecho, me paso las manos por la cabeza y el cuello con exasperación, camino de un lado a otro, es que esa mirada de odio se me clavó en el pecho, me está matando.  

Me doblo sobre mí mismo para tratar de retomar aire y poder respirar, siento que me ahogo. Cierro los ojos y trato de recordar, pero es como si tuviera una puta laguna en mi cabeza, no puedo recordar cómo demonios pasó todo esto. En qué momento me metí con ella. Me halo el cabello y suelto un gruñido.

—¡Señor!

Me incorporo. Florencia me ofrece un café.

»Esto le va a servir, tome. 

Lo tomo y le doy un sorbo, cuando pasa por mi garganta me quema y no es por lo caliente, es por todo lo que está pasando. Florencia me mira, pero no comenta nada. Busco mi teléfono y llamo a Mateo, sé que nos hemos distanciado, pero en este momento lo necesito. Luego de tres pitidos responde con voz adormilada. 

—Álex…

—¡La cague, no sé qué demonios hice! —es lo primero que digo.

—¿Estás bien? —pregunta preocupado. 

—Sí, yo estoy bien, él que no está bien es el niño, estamos en la clínica.

—Ya voy para allá —responde alterado.

Camino de un lado a otro, creo que abriré un hoyo en el piso. Luego de unos minutos llega Mateo.

—¿Qué fue lo que pasó? —pregunta preocupado.

Me vuelvo a doblar sobre mí mismo, caigo de rodillas al piso y recargo mi cuerpo en la pared.

—No lo sé —susurro.

Se hinca de rodillas y me mira con un gesto de confusión.

—Mini Álex estaba furioso, se enojó conmigo y cuando traté de alcanzarlo se zafó de mi mano y rodó por las escaleras. 

La voz se me corta, subo las rodillas y entierro mi cabeza en ellas, contengo las lágrimas, cierro los ojos con fuerza y no puedo evitarlo, esas últimas imágenes se mezclan con las de ella, cuando la traje al hospital, puedo recordar lo que sentí ese día, pero no se compara con lo que siento en este momento. Siento un apretón en mi hombro. 

—¿Por qué se molestó contigo? —me mira a la espera de una respuesta.

Levanto la cabeza y suelto aire por mi boca.

—Creo que me acosté con Hannah —suelto.

Mateo abre los ojos y me mira.

—¡Qué mierda! ¿Qué hiciste? —Frunce el ceño—, ¿estás loco o qué demonios te pasa?

Un par de lágrimas amargas se me escapan.

—¡Joder, no lo sé —mascullo con frustración—, se me borró la maldita memoria, solo recuerdo hasta un maldito punto. Solo sé que desperté por un grito del niño, cuando abrí los ojos él estaba mirándome con desprecio y luego Hannah estaba desnuda acostada en mi cama. 

Mateo se incorpora y se pasa las manos por el cuello.

—Estás diciendo que mini Álex los vio —más que una pregunta es una afirmación—, demonios ¿cómo llegaste a eso? 

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