Especial Navidad.

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Especial Navidad familia Fernández y Carvajal.

—¡Joder!

Grito, segundos después los tres cruzan el umbral cubriéndose la boca al instante para no reírse. Me cruzo de brazos y frunzo el ceño, apenas estábamos armando el árbol de navidad y Malteada ya se lo comió. Nazli se acerca haciéndome ojitos, mientras mi gruñón y mini Álex se ríen a carcajadas.

—¡Saca esa cosa peluda de aquí! —exclamo.

—Mami —Nazli empieza a hacerme caras.

—Primero la corbata de tu papá, luego mi cartera nueva, la polera de tu hermano, las plantas del jardín, tus pantuflas.

—Mami, solo está estresada. 

Suelta una risita, se acerca y la levanta en brazos, mientras que el bicho peludo empieza a reírse de mí. Fulmino a Álex con la mirada, intenta ponerse serio.

—Princesa lo mejor será llevarla al jardín.

—Papi, allá hace frío —empieza a hacerle ojitos, luego a su hermano.

Yo seguía con los brazos cruzados, Álex junior y Álex grande empezaron a acercarse, ya conozco sus sucias intenciones.

—Quién es la reina más linda de esta casa —Álex me abraza por un costado—, quién es la mamá más guapa. Mira esos ojitos inocentes.

Señala a Malteada, Nazli sigue haciendo pucheros.

—El árbol ya necesita cambio. Nena ¿por qué no vamos de compras? Qué tal si te regaló todo lo que pidas.

Me abraza por la espalda. Arqueo una ceja.

—¿Todo lo que yo pida?

Da unos pasos y se posiciona frente a mí.

—Lo que tú desees, solo pide —sonríe malvadamente. Ese nivel de maldad no ha cambiado nada.

—¡Ay por favor! —exclaman al unísono los niños.

Aunque Álex junior tenga 20 y Nazli 14, ellos para mí son mis bebés. Suelto una risita, Nazli se acerca con Malteada y me abraza. Y de esa manera ellos siempre me manipulan. Nos organizamos y salimos de compras, puedo elegir lo que quiera, ahora le toca a Álex aguantarse.

Empezamos a visitar las tiendas, lo tomo del brazo para recorrer el lugar, él suelta un gruñido, mientras mi niño se encoge de hombros. Luego de varias horas, los hombres caminan tras nosotras con un montón de paquetes, nosotras sonreímos mientras ellos hacen caras. Deciden llevar las cosas al coche, mientras nosotras los esperamos para comer algo. Nos sentamos, pero no ordenamos nada, un minuto después la mesera se acerca y nos lleva dos malteadas especiales, nuestro gesto lo dice todo. Ella nos señala un tipo y un chico de la edad de Nazli que están dos mesas después de la nuestra y dice que ellos la envían. Levantamos la mirada, el tipo me sonríe y me guiña un ojo.

Nazli baja la mirada y suelta una risita.

—Ya sabemos por donde  mi papá y mi arándano  les van a meter esas malteadas.

Vuelve a sonreír, y es que verla cuando sonríe es como verlo a él; Sergio, ella heredó su sonrisa y su carisma. Cuando pensé que las cosas no podrían ser  peor escucho.

—Es un verdadero desperdicio que dos chicas tan guapas esten solas.

Levanto la mirada y veo al tipo con su hijo. El chico mira a Nazli y le sonríe.

—Hace rato te he estado observando y déjame decirte que eres hermosa —mira a Nazli—, deduzco que ella es tu hija.

—Tan hermosa como la madre —agrega el chico.

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