capítulo 31

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¡Estúpida tú!

Capítulo 31.


Capítulo dedicado especialmente  a una fiel lectora de esta historia: sarilu_06 Sara Melo, un abrazo desde Colombia. Gracias por leerme.

Un saludo muy especial para mis niñas que se pusieron de acuerdo para cumplir años la misma semana. Paty.. Paula. Mi flaca bella y magui. Feliz cumpleaños mis reinas que Dios me las bendiga siempre y llene sus vidas de bendiciones🥳🤍 

Le paso las manos por el rostro con pequeños toques para hacerla reaccionar, Katia parece una gallina cuando cacaraquea, habla tantas cosas al tiempo debido a la angustia que no le entiendo nada. Rebusca en su cartera, ya ven que las mujeres andan con una cantidad de cosas inimaginables, entre esas cosas me pasa un pequeño tarro con alcohol.

Destapo el frasco y empiezo a pasarlo por sus fosas nasales, arruga la nariz, empieza a mover la cabeza y poco a poco abre los ojos.

—¡Nena! —susurro angustiado.

Mira a todos lados y luego me mira a mí como tratando de entender qué pasó. Una lágrima rueda por su mejilla, frunce los labios y su perfecta nariz se pone roja.

—¿Fue una pesadilla, verdad?

La expresión de mi rostro lo dice todo, estoy desconcertado, no entiendo nada. Ella me mira y luego se agarra el cabello con fuerza. Se inclina poniendo su cabeza en sus rodillas y empieza a llorar.

—Tiene que ser una pesadilla por favor —susurra.

Empiezo a desesperarme, no estoy entendiendo nada.

—¿Qué fue lo que pasó? —le pregunto una vez más.

Bajo la mano por su espalda atrayéndola a mí, la acuno en mis brazos adelante y atrás, tratando de calmarla. Se incorpora, toma aire y luego lo suelta.

—Mateo, detén el auto que siento que me asfixio —pide Paola mientras se frota los brazos.

Mateo me mira. Con un asentimiento entiende mi aprobación. Le dice que se detendrá más adelante en un pequeño parque. Katia insiste que debemos llevarla al hospital, Paola sigue llorando y verla así me pone mal porque aún no entiendo nada.

Cuando Mateo se detiene lo primero que hace es abrir la puerta y salir del auto, da dos pasos y luego se detiene, un gruñido sale a través de su garganta. La tomo de los brazos obligándola a mirarme. Con sus ojos llenos de lágrimas sisea.

—Era él.

—¿Quién? —preguntamos los tres al tiempo.

Cierra los ojos y los aprieta con fuerza.

—Sergio —Suelta como si esas palabras lastimaran su garganta.

Me quedo en silencio, todo a mi alrededor se detiene, estoy perplejo, ese nombre retumba en mi cabeza una y otra vez. Katia y Mateo preguntan al tiempo.

—¿Quién?

La expresión de ambos es de confusión, no entienden o no lo recuerdan. Ahora todo tiene sentido, no sé qué decir, esto me ha tomado por sorpresa a mí también.

...

Narra Paola.

Cuando Álex llega a mi encuentro no pude más, mis piernas no responden, todo estaba en silencio con las luces apagadas, abro los ojos y los cierro, por un momento estoy tranquila. De repente todo se oscurece a mi alrededor y no tengo idea donde estoy. Un fuerte olor inunda mis fosas nasales, empiezo a mover mi cabeza. Trato de abrir mis ojos ya que mis párpados parecen que pesan demasiado.

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