capítulo 62.

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¡Estúpida tú!

Capítulo 62.

Narra Paola.

Todo está oscuro, escucho ruidos incluso siento cosas que se pasan por mis pies, golpeo la puerta con todas mis fuerzas, grito tan fuerte que siento como se me seca la garganta al punto de doler. Mis piernas no pueden sostenerme por más tiempo, siento como si no pudiera sostenerme del todo.  Estoy aterrada, tengo miedo, el corazón me golpea el pecho tan fuerte que me corta la respiración.

Pongo mis brazos alrededor de mi cuerpo abrazándome, me balanceo adelante, atrás, me arrullo con mis propios sollozos. Cierro los ojos y pienso en él, se me corta el aire mientras inconscientemente susurro su nombre «Álex» vuelvo atrás, el día de la excursión del colegio que caí al agua y por poco muero, en este momento siento esa misma sensación; cuando caí al agua y dejé de respirar. Recuerdo esa misma noche de tormenta cuando él se quedó conmigo,entonces me abrazo con más fuerza imaginando que era él.  Intento gritar y golpear la puerta, pero nadie responde.

Trato de levantarme y siento el chillido de una rata, grito tan fuerte que me quedo sin voz, no puedo mantenerme en pie porque tropiezo con todo lo que toco, me golpeo los brazos y las piernas con los objetos que hay ahí, todo es demasiado oscuro, no soy capaz, no soy tan fuerte, el corazón se me detiene al menos eso es lo que siento yo. El miedo me hace ser demasiado torpe, no logro estabilizarme, solo veo oscuridad y 
escucho los chillidos de las ratas que me aturden más.

Intento levantarme, me aferro de lo que creo es una mesa y cuando por fin me pongo de pie siento algo peludo que se sube a mi mano, un grito desgarrador sale de lo más profundo de mi garganta, entonces de repente he dejado de recibir oxígeno, mi pecho sube y baja tan rápido que no deja que el aire pase por mis fosas nasales, todo empieza a darme vueltas, lo último que siento es mi cabeza golpeando el piso. 

Narrador omnisciente.

Raúl y Angélica se quedan en el gran salón, están comiendo una pizza con total tranquilidad mientras Paola se revienta en el sótano de gritar. Raúl parece que disfruta del momento, Angélica come en silencio, escucha como Paola grita, llora y suplica que la saquen de ahí. 

—¿Escuchas eso? —le pregunta Angélica.

Raúl la mira sin ningún tipo de expresión.

—Nada —responde con la boca llena. 

—¡Por eso, no se escucha nada, ya no grita! —respondió Angélica—¿Será que le pasó algo?

—Se canso de gritar —Raúl rueda los ojos.

Angélica se incorpora y camina de un lado a otro. Raúl la analiza.

—No me digas ¿Estás preocupada por tu nuerita? —suelta  una carcajada.

Angélica rueda los ojos y se cruza de brazos.

—Obvio no —escupe molesta—, es solo que si le pasa algo sería demasiado fácil y no es así, queremos que sufra.

Raúl la mira, Angélica levanta la cabeza y sostiene la mirada con seguridad, pero en el fondo siente miedo que a Paola le pase algo grave, ella es consciente que lo que están haciendo es un delito muy grave. Raúl se incorpora y camina en dirección al sótano, pega su oreja a la puerta, pero no escucha nada, enciende la luz desde afuera y  abre la puerta, lo primero que ven al entrar es un montón de cosas tiradas y tras esas cosas está Paola desmayada. 

Por un momento la expresión del rostro de Angélica se altera. Por su parte Raúl la mira sin ningún tipo de expresión, él no quiere que su venganza termine así, él quiere mucho más. Se hinca de rodillas y revisa sus signos vitales.

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