capítulo 6

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¡Estúpida tú!

Capítulo 6.

  ¡Dios, soy yo!

Paso saliva, sigo hablando con aquel tipo sin apartar los ojos de los de Álex.  Sigo sonriendo malvadamente, Mateo se cruza en su camino y lo toma  del brazo con cautela. Algo le susurra al oído porque Álex se detiene, inhala y exhala. Me mira, luego mira a Mateo, tienen  una pequeña discusión aunque no se escucha nada, lo sé por los gestos de mi adorado gruñón.


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Narra Álex.


Los invitados comenzaron  a llegar muy temprano, entre ellos el señor Antoine  Fournier con su hijo Alexander, él está interesado en crear una cadena de hoteles de lujo aquí en New York. Nosotros estamos en la lista número uno de constructoras para crear ese proyecto, espero poder firmar contrato con él.

Por lo que me comentó quiere empapar a su hijo de los negocios familiares, ya que lleva una vida de libertinaje. Le ha llamado mucho la atención esta constructora porque los dueños y arquitectos son muy jóvenes, según él, puede ser una motivación y un ejemplo a seguir para su hijo para que logre familiarizarse  con sus negocios.


Lo saludo cuando Fournier me lo presenta. Después desaparece acechando a las recepcionistas y  cualquier chica que se cruce en su camino. Mateo se encarga de un grupo de personas y yo de otro. Le doy un tour por la empresa al señor Antoine, estamos en el salón de eventos cuando Chloe avisa que todo está listo.


Mateo sube primero mientras nosotros recorremos  todo el lugar, parece estar encantado. Estamos  en el elevador  cuando entran  un grupo de hombres muy sonrientes comentando del excelente servicio de comida que tenía la empresa. Sonrío para mis adentros.  Mi esposa es la mejor.


Seguimos por el pasillo y todos comentan lo mismo;  que las meseras están muy guapas, pero hay  una en especial. No pongo mucha atención y sigo platicando con Fournier y los demás acompañantes. Siento una palmadita  en el hombro, es uno de los invitados con una gran sonrisa. 


—Señor Fernández, déjeme felicitarlo.  Primero por las instalaciones, un diseño único, segundo por el excelente servicio —Sonríe— , lo que más me gustó fue la degustación de cócteles, excelente.  

Estrechamos las manos. 

—Es un placer para nosotros recibirlos —Comento. 

—Créeme que estarán en la lista de los más recomendados, no hay duda de eso.

Cada quien sigue su camino. Pienso, hoy se lució mi adorada esposa.



Abro la puerta con una pequeña sonrisa que se desvanece  cuando levanto  la mirada y la veo. Paola vestida de mesera, si a eso se le puede llamar vestido, parece un disfraz. Mantiene su mirada y me sonríe ¡La madre que la parió! Siento la sangre correr por mis venas, me arden las entrañas. Lo peor, Alexander  se la come con la mirada. Le lanzo una mirada asesina.


Esta vez se pasó. ¡Rayos, demonios! Empuño las manos con fuerza y empiezo avanzar hacia su dirección cuando  siento que me toman del brazo.  

—¡Álex, cálmate! —Susurra Mateo tratando de sonreír—, respira profundo.  

—¿Me dices que me calme? —bufo—, ese hijo de puta está desvistiendo a mi mujer con la mirada y me dices que me calme. Le voy a sacar los ojos para enseñarle que las mujeres ajenas no se miran.

Mateo me sostiene ejerciendo una pequeña fuerza, pero sin que nadie lo note.

—Joder Álex, es el hijo de Fournier.
Estamos a punto de  cerrar un contrato muy importante no solo para la compañía, también para nosotros dos, así que por favor trata de calmarte.

Inhalo y exhalo varias veces.

—¡Voy a matarla! —mascullo—. ¿Tú sabías algo de ésto?  

—Claro que no, acabo de enterarme. 

Ella me mira y sigue sonriendo malvadamente. Yo la fulmino con la mirada, mocosa estúpida, ese tipo no deja de mirarla, trato de avanzar.  

—¡Álex! —Mateo me suplica con la mirada.  

Organizo mi saco. 

—Estoy calmado.  

Me mira con algo de duda. 

»¡Puta madre, que estoy calmado! —mascullo. 

Niega. 

—Porque te conozco lo dudo. Solo piensa en lo que estamos a punto de lograr. Llevábamos esperando algo así, oportunidades así no se dan todos los días. 

—¡Voy a matar a esa mocosa estúpida!  

Mateo niega y yo me abro camino hasta llegar a ellos. Trato de respirar, pero el puto coraje que traigo se me sale hasta por los poros y ella lo sabe.

—Álex, ahí estás, déjame felicitarte. Ahora como que si me está interesando trabajar con ustedes —Comenta el hijo de puta con acento francés. 

—No me digas —Comento sin apartar los ojos de ella, tratando de disimular mi molestia—, eso suena  bien.  

Para acabar de prender el mierdero que llevo dentro llega Paola  con una estúpida sonrisa y dice;  

—¿Le ofrezco algo  de tomar señor Fernández? —Sonríe.   

Muevo los labios solo para los dos “Veneno” ella vuelve a sonreír. Doy un paso hacia delante quedando más cerca, trato de dibujar una estúpida sonrisa falsa. Miro la charola que sostiene como si de verdad quisiera probar algún cóctel y murmuro.  

—¿Cómo quieres morir? 

Subo la mirada unos segundos y ella la sostiene. Vuelve a sonreír, mueve los labios, pero puedo leer perfectamente lo que dice. 

—En tus brazos — arquea una ceja con evidente aire burlón.

Tomo una copa y la llevo hasta mis labios, antes de tomar el contenido susurro.

—¡Voy a matarte!  

Ella retrocede con su estúpida sonrisa. Alexander le hace señas a su padre quien se acerca. Paola vuelve a sonreír, aletea sus largas pestañas, se da la vuelta y sigue caminando por el salón.
La sigo con la mirada y el maldito francés hace lo mismo relamiéndose los labios, empuño  la mano cuando me hablan.  

—La comida se ve deliciosa, los postres, todo, déjeme decirle que la comida francesa que han elegido me encantó —Comenta sonriente Fournier.  

—Que bueno saber que logramos satisfacer su paladar —respondo. 

—No solo el paladar, la vista también —añade Alexander mirando a Paola.

¡Hijo de puta! 

»Padre —le da una pequeña palmada en su hombro—, le decía a Álex que cada vez me interesa más está compañía.   

—¿De verdad hijo? —pregunta con emoción. 

Él asiente. Yo trato de respirar, porque lo único que quiero en este momento es sacarle los ojos para que deje de mirar a mi esposa, mi mujer, mía, ¡Joder! 

—¿Escuchaste Álex? —indaga Fournier—. A mi hijo por fin le empiezan a  interesar los negocios.

Toma una copa de vino y me la entrega para brindar. Asiento con una sonrisa más falsa que una moneda de cuero.
Alexander le hace señas a Paola pidiendo otro cóctel. Ella se dirige hacia nosotros y cuando está por llegar él comenta.

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