capítulo 86.

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¡Estúpida tú!

Capítulo 86.

Álex accede a dejarla ir al hospital, si se niega, ya la conoce, va a insistir. Así que él decide acompañarla. 

Se posicionan frente al cristal que lo separa de terapia intensiva. Paola lo atraviesa con la mirada, está conectado a una máquina de oxígeno y a una cantidad de aparatos. Álex la toma de la mano y la aprieta.

El doctor les informa sobre el estado de Raúl; les dice que no entiende cómo ha logrado resistir una semana, ya que el dolor es tan insoportable que ni la morfina le hace efecto. Perdió ambos miembros inferiores, tiene lesiones graves  en algunos órganos vitales y tuvieron que  extirpar una parte de su intestino, cuando está consciente solo se queja porque el dolor es insoportable, apenas y puede mover los ojos, porque ni siquiera puede hablar.

—¡Quiero verlo! —interrumpe Paola.

Álex la mira, la frialdad que ve a través de sus ojos le demuestra que es algo que ella necesita, aunque teme que eso le afecte.

—¿Estás segura? —susurra Álex solo para los dos.

Paola lo mira a los ojos.

—No sabes lo mucho que esperé esto.

El doctor le dice que debe ponerse los implementos de seguridad porque por su estado es muy peligroso una infección. Paola cruza el umbral mientras Álex la mira a través del cristal. Paola inhala y exhala, empieza a rodear la camilla y piensa;

Ni siquiera deberías respirar, el aire que se gasta en ti se desperdicia.

Lo escanea, mejor dicho lo atraviesa con la mirada, inclina un poco la cabeza y susurra cerca a su oído.

—¡Ojalá te pudras en el infierno!

Raúl abre los ojos de golpe, su expresión es de sorpresa. Paola ladea la cabeza y lo mira con una mueca de asco.

»Sigo aquí, de pie —baja la mirada—, cosa que tú no podrás hacer nunca más.

Raúl abre los ojos y un sonido  sale de su garganta, pero solo es un gruñido. Paola sonríe y señala hacia el cristal, Raúl voltea la mirada.

—Ves, sigo con el amor de mi vida, no pudiste acabar con nosotros, en cambio  tú, das pena. Estás aquí postrado en esta cama totalmente solo.

Su ritmo cardiaco aumenta, hace sonidos con su garganta mientras mueve los ojos de un lado a otro como si intentara hablar. Paola aprieta el tubo que le proporciona oxígeno, Raúl abre los ojos, a través de ellos se puede ver angustia, pánico y mucho dolor. Y es que lo que ve en sus ojos le produce miedo, lo hace sentir indefenso. Mueve los ojos desesperadamente y emite sonidos desde su garganta, no puede respirar.

—Eso mismo sentía yo cada que tú te acercabas —masculla Paola—, tú tienes que pagar todo lo que hiciste, quiero que dejes de respirar, que sientas la necesidad de recibir oxígeno y no poder.

Aprieta más el tubo, la respiración de Raúl se hace más pesada, Álex entra rápidamente y pone su mano con cautela sobre la de Paola.

—Nena…

—¡Quiero ver como se apaga su luz, así como apagó la de mi hermano!

Álex acaricia su mano.

—Nena, no vale la pena. Esta basura va a pagar todo lo que hizo.

Paola poco a poco va soltando el tubo, entonces Raúl exhala con fuerza provocando que una lágrima se le escape en el proceso. Paola se limpia una lágrima que se le escapa.

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