capítulo 53

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¡Estúpida tú!

Capítulo 53.

Paso por la obra, quiero cerciorarme que todo marcha bien. Me cruzo con Thael que al parecer está molesta, mejor para mí, solo la ignoro. Como  su costumbre es fastidiar empieza a criticar todo y luego se va.

Hoy llego más temprano a casa, Hannah saluda amablemente y pregunta si quiero algo de tomar, yo le respondo con otra pregunta; quiero saber dónde está Paola. Me dice que está en el jardín con el niño, subo hasta la habitación, dejo mis cosas y luego salgo a la terraza. Los busco con la mirada, Paola lo tiene en su regazo, al parecer le lee un libro. Como si sintiera el peso de mi mirada levanta la suya, hace contacto visual conmigo, pero luego la vuelve a bajar como evitándola. 

Es como si quisiera evitar algo, así que la sigo mirando, tal vez quiere evadir el tema que tenemos pendiente. De vez en cuando su mirada se encuentra con la mía, la evita, quiere evadir el tema pendiente.

Mini Álex levanta la mirada y al verme me regala una hermosa sonrisa, eleva su mano en el aire y la mueve. Respondo de la misma manera, se baja de su regazo y sale corriendo. Antes de salir a su encuentro la vuelvo a mirar, ella se incorpora y cierra el libro que tiene en sus manos.

Bajo hasta el comedor con mini Álex en brazos. Paola se acerca, deja un beso en la comisura de mi boca y me saluda.

—¿Cómo sigues? —le pregunto sin alejar mis ojos de los suyos.

—Mucho mejor —baja la mirada y se sienta en el comedor.

—Yo la cuidé muy bien papi —comenta mini Álex.

Froto su pelo.

—Eso está muy bien campeón, así debe ser.

Florencia sirve la cena, mini Álex me pregunta cómo estuvo mi día mientras Paola empieza a comer en silencio. La observo detenidamente, ella levanta la mirada unos segundos y la vuelve a bajar. Necesito saber qué le pasa y al parecer ella lo evita.

Le pongo la pijama al niño y lo llevo a la habitación como todas las noches. Luego voy directo a la habitación, necesito hablar con Paola, cruzo el umbral, pero no está, miro hacia la terraza y tampoco está porque las ventanas están cerradas.

Sigo por el pasillo y veo la luz del estudio encendida, giro la manija y abro la puerta lentamente al tiempo que voy avanzando. Levanto la mirada y la veo sentada en su escritorio, al parecer no ha notado mi presencia, está escribiendo algo en su computador.

Me recargo bajo el marco de la puerta y me quedo mirándola, trae su cabello suelto y sus lentes, es hermosa mi diosa.

—¿Está todo bien? —pregunto captando su atención.

Se sobresalta un poco. Suelta un suspiro y se lleva la mano derecha al pecho.

—¡Qué susto!

—¿Por qué? —avanzo sin dejar de mirarla.

Aparta sus ojos y los baja a la pantalla.

—Estaba muy concentrada y no te sentí entrar.

Le cierro la pantalla de la laptop, apoyo mis manos en el escritorio y me inclino hacia adelante, la miro, levanta la mirada y veo una sombra a través de sus ojos hermosos.

—¿Está todo bien?

Sonríe débilmente.

—Sí —afirma.

Me acerco un poco más.

—Mientes —escupo.

Se incorpora, rodea el escritorio y se posiciona frente a mí, pero dándome la espalda.

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