capítulo 5

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¡Estúpida tú!

Capítulo 5.

Sentimos cuando abrieron la puerta. Hablaban en voz baja, cuando encendieron la luz  literal saltamos  sobre ellos sin darles  tiempo de reaccionar. Terminaron  en el suelo y nosotras encima,  Mateo empezó a gritar.

—¿Qué es eso, qué es eso?

—¡Rayos! —Grita Álex mientras me sostiene las manos.

Nosotras soltamos una carcajada.

—¿Me quieres matar? —Exclama Mateo.

—¿Por qué están vestidas así? —inquiere Álex mientras me mira de pies a cabezas.

Nos pusimos de pie, ellos hicieron lo mismo. Luego dimos una vuelta sobre nuestro propio eje.

—Sexy, ¿no te gusta? —Sonreí.

Él solo me mira conteniendo las ganas de reírse.

—Queríamos estar regias para ustedes —Katia pone sus manos en sus caderas y empieza a moverlas —. Siempre sexy, nunca insexy.

Soltamos una carcajada.

—Eso —señaló Álex —, es todo, menos sexy.

—Paola, ¿les decimos? —Katia me guiña un ojo.

—¿Decirnos qué? —Interroga Mateo con curiosidad.


Álex empieza a retroceder con el ceño fruncido como si imaginara  nuestras intenciones. 

—Están locas, yo no haré eso —Habla desde el primer escalón y luego empieza a subir.

Todos lo seguimos.

—¿Alguien me explica? No entiendo nada —cuestiona Mateo.

—¿Te explico con plastilina? —Replica Álex —. Conociéndolas y no sabes en realidad qué es lo que quieren.


Llegamos  hasta el cuarto de juegos. Mateo empieza a reírse parece entender lo que pedimos.

Mientras, le enseño la foto de mini Álex y yo, con nuestras pijamas. Álex arquea una ceja.

—¡No me jodas! ¿cómo se te ocurre ponerle esa cosa al niño?


Me acerco y dejo un beso en su nariz.

—De la misma manera que se la haré poner al padre.

Niega al igual que Mateo. Me posiciono en medio de sus piernas con una sonrisa malvada mientras muerdo mi labio inferior.

—Vas a negar que me veo linda, muy sexy.

Me rodea con sus brazos deslizando su nariz por mi cuello y susurra;

—Linda se te vería en el suelo de nuestra habitación.

Me humedezco el labio inferior.

—Para llegar a eso, tendrás que utilizar la tuya.

Se aleja negando, es un no, rotundo. Katia les enseña las pijamas. Álex tiene el ceño fruncido mientras Mateo no deja de reírse.

—Ya que no quieren por las buenas entonces será a nuestro modo —añade  Katia —. Juguemos, si ustedes ganan hacemos lo que ustedes pidan, pero si nosotras ganamos, ustedes ya saben que deben hacer.

Ambos cruzan miradas.

—Terroncito. ¿Podemos elegir el juego? —pregunta Mateo.

Ella hace una mueca exagerada.

—No terroncito, nosotras lo elegimos.

—Eso no vale, es una trampa —replica Álex.


Sonreímos al tiempo.

»¿Te quieres vengar de mí, verdad? — Me mira fijamente.

Katia y yo cruzamos miradas de complicidad. Justo lo que yo quería que pensara.

—¿Qué comes que adivinas? —Sonreí malvadamente.

Mateo suelta una carcajada.

—Le entro —añade  Mateo.

Álex lo fulmina con la mirada.

—Ok —Álex sonríe malvadamente, eso no me gusta nada —. Juguemos, pero ustedes escogen un juego y nosotros el otro. La penitencia al que pierda, y si perdemos ambos, tenemos que cumplirla.

Lo sabía. Lo conozco perfectamente y puedo jurar cuales son sus intenciones, las mismas que tengo yo.

—Perfecto —Respondimos al tiempo.

—Empiezan las damas, adelante.


Se acomodaron en el piso sobre unos cojines. Katia y yo cruzamos miradas maliciosas.


El primer juego lo elegimos nosotras; mímica. El que tenga más puntos gana. Primero empezamos nosotras y ellos tenían que adivinar. Elegimos un tema romántico, obviamente no adivinaron nada. Empezamos a reírnos, ellos por no adivinar y nosotras por los gestos que hacemos.


Luego llega el turno de ellos, que eligieron acción y ciencia ficción, adivinamos dos, eso fue mucho ya que ellos solo adivinaron una. Obviamente ganamos.


Se cruzan de brazos con resignación y comentan al tiempo.

—¿Cuál es la penitencia?

Sonreímos, Katia toma las bolsas y se las entrega.

—Primero ponerse las pijamas, por último ir al supermercado de la esquina a comprar cualquier cosa.

Ambos negaron al tiempo.

—¿No me digan que les va quedar grande algo tan insignificante? —digo.

Álex me mira. Algo en esa mirada no me gusta. Luego recibe  la bolsa, fue el primero en salir de la habitación y Mateo lo sigue. Minutos después aparecen bajo el marco de la puerta, hicimos un esfuerzo para no reírnos, aunque a Álex se le ve hermoso todo lo que se pone.

Dan media vuelta, se ven hermosos con su pijamas de Stitch. Álex me rodea con sus brazos.

—¿Satisfecha? — murmura en mi pelo.

Me giro enrollando mis brazos en su cuello.

—Aún no.

Busco mi celular, él sonríe, ya saben lo que pasa cuando sonríe de esa manera, me derrite. Me tomo una selfie con mi adorado esposo, haciendo caras y riendo. Luego todos juntos, una locura total, así se resumen los momentos de los cuatro juntos, risas y más risas.


Falta que nos cumplan salir a la calle. Pero ellos insisten en que ahora van a elegir el juego, en el fondo ya sabemos que van a pedir.  Eligen  jugar con la consola, obviamente ellos ganan.  La penitencia que nos pusieron ya la esperábamos.

©¡ESTÚPIDA TÚ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora