©¡ESTÚPIDA TÚ!

capítulo 39.

¡Estúpida tú! 

Capítulo 39.

Narrador omnisciente.

¿Qué pasa cuándo te das cuenta que el mundo donde vives es una farsa? Llegan un montón de preguntas que no tienen repuestas, pasan tantas cosas  por tu cabeza que no logras entender,  un montón de explicaciones que no sirven de nada.

 Todo lo que creías tener resulta que es una mentira, tu mundo perfecto de la noche a la mañana deja de existir. Lo peor es cuando idolatras tanto a una persona, al punto de ser tu ejemplo a seguir, tu inspiración, tu ídolo, ese ídolo que tienes en un pedestal de cristal y de repente ese pedestal se rompe y tu ídolo se cae.

Todo lo que tenías desaparece en cuestión de segundos, todo pasa a ser polvo. Así es como en cuestión de segundos todo se destruye a tus pies y no puedes hacer nada para remediarlo. Eso es lo que siente Sergio en este momento, ni siquiera sabe quién es él en realidad. Todo lo que vivió y todo lo que tiene se volvió cenizas.

Sale de su casa a grandes zancadas, en su cabeza no tiene pensamientos. Son tantas cosas que lo único que siente es un montón de punzadas que se repiten una y otra vez. Es desesperante tratar de entender y no poder, es demasiada información acumulada. 

La decepción, angustia y desesperación agobian todo su ser. Sergio lo único que quiere en este momento es un dolor físico tan grande que sea capaz de opacar el dolor emocional que siente. 

Llega hasta su auto, las lágrimas le nublan la visión, unas lágrimas amargas resultado del profundo dolor que le causa saber que su papá es una mentira. No puede razonar, lo único que quiere es dejar de sentir. Se sube a su coche dispuesto a irse a cualquier lugar, lo único que quiere es alejarse del ser que ahora desprecia con todas las fuerzas de su alma.

 Para Isabella esto no ha sido fácil. A ella también se le destrozó su sueño de familia ideal, esa familia que tanto soñó y que  con tanto esfuerzo  logró construir, pero lo que en años construyó en segundos se rompió. Tiene un montón de preguntas, se cuestiona tantas cosas, pero en medio de tanto dolor lo único que le importa es su hijo.

Antes de seguir a su hijo le da una última mirada a la mentira que tiene de esposo y le grita con desprecio que no lo quiere volver a ver cerca de ellos.

Sale corriendo y  sigue a su hijo, le grita llorando que se detenga, pero éste parece lejano de la realidad. A través de sus ojos solo se ve un vacío, el brillo desapareció y la sonrisa que siempre traía en sus labios se esfumó. Ella sabe que su hijo en este momento no está bien, si deja que se marche en ese estado tal vez sea la última vez que lo vea.  Mira con frustración lo que queda de ese muchacho alegre, las heridas de sus manos y las heridas más profundas son las  que tiene por dentro.

Por eso reacciona y se cruza en frente del auto, apoya sus manos en el capó, lo mira a los ojos y le suplica que se detenga, que la deje llevarlo a un hospital porque sigue sangrando. Él solo ladea la cabeza y la mira, su mirada está vacía y su alma ausente. 

Isabella empieza a hablarle mientras rodea el auto lentamente, contiene sus lágrimas y se traga su dolor, su única prioridad en este momento es su hijo. Le habla con un tono de voz dulce, como lo hacía cuando era niño.

Sergio no reacciona, sabe que sigue en esta realidad porque ve sus lágrimas rodar por sus mejillas. Isabella abre lentamente la puerta del conductor, Sergio levanta la mirada por unos segundos y la vuelve a bajar, ella acaricia su pelo con ternura, solo Dios sabe lo que padece esta pobre madre en este momento. Pone la mano en su hombro y le da un pequeño empujón guiándolo al asiento del pasajero. 

Sergio se mueve sin pronunciar palabras, Isabella respira aliviada es inevitable un par de lágrimas se le escapan.

Mientras tanto Aníbal ve con dolor como su mundo perfecto se destruye, el castillo que construyó sobre las ruinas de su antigua familia se le vino encima. Todo lo que sube tiene que bajar, tarde o temprano las mentiras salen a la luz. Sergio es su más grande orgullo, pero ahora ese orgullo lo rechaza. Unas lágrimas de impotencia se le escapan, maldice por lo bajo, él sigue culpando a eso que llama “error” para él la única culpable de su desgracia es ella, Paola.