capítulo 25

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¡Estúpida tú!

Capítulo 25.

—Hola cariño —saludo.

—Nena, ¿cómo va todo?

Álex frunce el ceño y hace una mueca de asco.

»¿ Y esas flores? Están horribles.

Katia y yo cruzamos miradas.

—Tampoco están tan feas —comenta Katia.

—Feas, eso  es poco, son asquerosas. Que pésimo gusto tiene la persona que te envió eso, espero no haya sido Mateo.

Katia me mira, se despide de Álex y se posiciona frente a mí de manera que Álex no puede verla, susurra tan bajo, pero aún así puedo leer lo que dice.

—Si supiera que no tiene tan mal gusto ya que intentan conquistar a su mocosa.

Suelta una risita, yo solo frunzo el ceño.

—¡Nena!

Vuelvo a mirar la pantalla. Trato de sonreír, pero me sale una sonrisa demasiado falsa, tipo así como cuando tratas de tomarle una foto a tu hijo y le dices que sonría, ellos sonríen de tal manera que parece que los estuvieran obligando. Álex me sigue mirando con el ceño fruncido, como si sospechara algo, me conoce demasiado bien. Cierro la puerta y me siento en mi silla, respiro profundo y lo suelto.

—Esas flores me las enviaron a mí.

Álex frunce más el ceño.

—¡¿Qué?! ¿Quién? —pregunta molesto.

—No lo sé, las tarjetas no traen remitente.

Álex arquea una ceja.

—¿Cómo que las tarjetas?

Entonces le cuento que ayer también me había llegado uno y como era de esperarse se pone furioso. Deja el celular sobre la mesa, porque ya no puedo verlo, solo lo escucho maldecir por lo bajo. También le digo que pensaba decirle, pero no quería amargar su viaje, ya se imaginan como se puso de gruñón.

—¿Quién rayos te está enviando esas porquerías? —vuelve a aparecer frente a la cámara.

Se ve mucho más guapo enojado, trato de no reírme, porque sé que se pondrá más furioso.

—No tengo idea.

—¡Bien, tendré que averiguar quién es el hijo de puta que se quiere morir!

Se pasa las manos por el cuello y me mira.

»¿Algo más que deba saber?

Le cuento lo que pasó afuera del restaurante. Me mira muy serio, no dice nada más solo cuelga. Suelto todo el aire que contenía, creo que lo peor ya pasó. Ahora solo me queda esperar.

Regresamos a casa, me quedo con el niño todo el día, Katia se la pasa burlándose de mí, diciéndome: te lo dije.

Nos comunicamos con la empresa de mensajería tratando de obtener alguna información, pero nada. Según ellos los pedidos se hacen anónimamente y los pagos se hacen por transacción, quedamos igual que antes.

Le escribo a Álex.

No quiero que te enojes conmigo, no quería amargar tu viaje por eso no te lo dije, sé lo importante que son estas reuniones para ti y para la empresa, como también sé que odias que te oculten cosas.

Casi al instante responde.

Me encabrona que me ocultes las cosas y lo sabes…

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