capítulo 83

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¡Estúpida tú!

Capítulo 83.

—Doctor, ¿hay algo malo con el bebé? —pregunta Álex preocupado.

—¿Está todo bien? Dígame, ¿hay algo malo? —pregunto con la voz temblorosa.

El doctor nos mira.

—Quiero que vean esto, solo quería estar seguro de algo.

Voltea la pantalla hacia nosotros. En la pantalla se forma una pequeña, la más perfecta figura, se ve nuestro bebé, incluso se ve moverse de un lado a otro. Álex se cubre el rostro con la mano tratando de ocultar sus lágrimas, lágrimas de emoción, la misma emoción que siento yo. Y como si el doctor adivinara lo que estoy por preguntar agrega.

—Está perfectamente formado o formada, tiene las medidas exactas para su tamaño —me mira—, Paola, tú no tienes 7 semanas.

Mi gesto lo dice todo. El gesto de Álex es peor.

—¿Qué-qué quiere decir? —mis labios están temblando.

Porque si es lo que creo mi corazón se va a salir, intento respirar muy despacio, pero ya estoy llorando. Álex me mira preocupado.

—La ecografía me muestra que tienes 17 semanas.

Me cubro el rostro con las manos y empiezo a llorar, unos pequeños gritos se escapan desde el fondo de mi garganta, lloro con más fuerza.

—¿Qué-qué significa eso? —pregunta Álex con un gesto de confusión.

Álex me toma de los brazos alejándolos de mi rostro, él al parecer sigue sin entender. Lo miro a los ojos y pongo mis manos a ambos lados de su cabeza, susurro con la voz temblorosa.

—17 semanas… 17 semanas.

Repito y lloro, Álex me mira desconcertado. Siento que mi corazón se va a salir de mi cuerpo, no puedo hablar y Álex no ha caído en cuenta. Me mira a los ojos y pasa saliva, parece que trata de entender. Mira al doctor y dice con voz desgarrada.

—A mí hábleme en español, ¿eso en meses es?

El doctor dibuja una pequeña sonrisa en sus labios.

—En resumidas cuentas le falta una semana para completar los 4 meses. 

Álex se congela unos segundos, se lleva las manos al pecho, luego se cubre la boca,  respira demasiado rápido, incluso yo puedo escuchar su corazón. Se cubre el rostro con ambas manos y se agacha un poco, sus lágrimas corren por sus mejillas unas tras otras. Intenta respirar, pero su respiración se queda a medio camino. Puedo ver a través de sus bellos ojos lo que siente, es una alegría tan grande que solo quieres llorar, pero esas lágrimas expresan lo que las palabras no pueden.  Me siento y lo rodeo con los brazos. Ahora es él el que no puede ni hablar, está llorando, las lágrimas lo controlan a él.

—Cariño, es tuyo… —sorbo mi nariz e intento respirar —,es tu bebé, tuyo.  Es nuestro mi amor.

Álex me rodea con los brazos abrazándome con fuerza.  Su corazón y sus lágrimas hablan por él. Pega su frente a la mía y nuestras lágrimas se mezclan, lágrimas de felicidad, una felicidad tan grande que no nos cabe en el pecho.

En ese momento me entran una cantidad de dudas, pero  lo más importante es; el bebé que espero es de mi gruñón, otro pedacito de los dos, una pequeña luz después de tanta oscuridad.

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Narra Álex…

Cuando el doctor dice 17 semanas en lo primero que me enfoco es en  la reacción de Paola, se pone a llorar sin control y yo no entiendo nada, solo la miro llorar. Repito en mi subconsciente 17 semanas, pero mi mente se queda tipo reiniciando Windows, literal ese número me da vueltas hasta que de pronto empiezo a entender, pero no puedo creerlo.

©¡ESTÚPIDA TÚ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora