capítulo 40.

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¡Estúpida tú!

Capítulo 40.

Me quedo peor, no sé qué hacer, siento tantas cosas al tiempo que no logro pensar con claridad. Es como cuando alguien te da su humilde opinión y luego de escupir su veneno te dice: pero tu verás, es tu decisión. Eso acaba de hacer Álex.

Doy vueltas en el mismo punto, trato de organizar mis ideas. Yo no quiero nada con esa gente, a él no lo considero mi hermano, es más desde que me enteré que existía lo odié, lo desprecio. Entonces no debería importarme, no es mi problema.

Me froto el cuello. Pero por más que lo odio tampoco le deseo la muerte. Esa señora, el dolor que se ve en sus ojos, al parecer no sabía nada de lo que hizo ese señor. Soy madre y no quisiera ver a mi hijo así. Empiezo a zapatear en el piso haciendo uno de mis dramas. Unas lágrimas se  me escapan, me siento en un maldito callejón sin salida, no hallo qué hacer.

Lo odio, sí, pero no le deseo la muerte, yo no  soy un monstruo. Pero tampoco quiero involucrarme más. Entonces cómo demonios se supone que voy a tomar una puta decisión si no pienso con claridad.

Un gruñido se me escapa acompañado de unas lágrimas. Avanzo a grandes zancadas y empujo la puerta de mi habitación. Álex está sentado en el borde de la cama, tanto me conoce que me estaba esperando.

—¡No sé qué hacer! —digo con la voz entrecortada, unas lágrimas caen al suelo.

Él ladea la cabeza y me mira muy tranquilo mientras yo siento enloquecer.

»Yo lo odio, te lo juro —grito, cierro la puerta y me recargo en ella.

Álex me sigue mirando sin pronunciar  palabra.

»Lo desprecio, lo aborrezco desde que era una niña.

Exclamo al tiempo que mis lágrimas no se detienen, parecen con vida propia, no las puedo controlar, ellas me controlan a mí.  Parezco una tonta, siento rabia y tristeza todo al tiempo, parezco una maldita loca.

:—Sabes que desde  que supe de su existencia lo odié con mi vida.

Álex asiente tranquilo y yo más lloro, no entiendo por qué.

—Quiero enterrar mi pasado —camino de un lado a otro—, no tiene porqué importarme eso que está pasando con esa gente, no es mi problema, tampoco es mi culpa.

—No lo es —responde en un tono tranquilo—, no eres culpable de nada. 

—Pero…

Se levanta y asiente animándome a seguir.

—Yo no soy un monstruo —susurro con un nudo en la garganta—, a pesar de odiarlo nunca le deseé la muerte, yo no soy así.

Se posiciona frente a mí.

—¿Entonces qué vas a hacer? —me pregunta.

Suelto un gruñido, tengo tanta rabia con mis malditas emociones bipolares, no puedo contener las lágrimas, hacen lo que les da la gana. Retrocedo y lo miro con el ceño fruncido.

—¿Es en serio? —pregunto molesta—, ¿Me preguntas que haré? Si estoy aquí parada frente a ti es porque no sé qué hacer, necesito que me ayudes…

Me regala una sonrisa de boca cerrada, eso me hace molestar más.

»¿Te estás burlando de mí? —grito furiosa.

Trata de acercarse, pero levanto mi mano derecha en una clara señal de «Conserva tu distancia»

Clava sus ojos marrones en los míos.

©¡ESTÚPIDA TÚ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora