capítulo 17

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¡Estúpida tú!

Capítulo 17. 

Los días transcurren con total normalidad. Preparo todo para la fiesta de mi hijo, sé que será inolvidable y lo mejor él la disfrutará.

Sábado.

Mamá y papá llegan temprano para ayudarme con los últimos detalles, Álex se lleva al niño a dar una vuelta.  El jardín está perfectamente decorado con globos en forma de balón y globos azules en forma de estrella.

En el centro hay una mesa llena de dulces, decorada con temática de fútbol de su equipo favorito  Juventus, su pastel es blanco con rayas negras, encima  tiene una camiseta con el número 7 y el nombre Ronaldo, cinco figuras doradas en forma de estrella y por supuesto un balón. El número cinco es grande en color azul.

Su ropa es un uniforme de la Juventus, al igual que la nuestra, bueno solo las camisetas.  Todo se ve hermoso. Al lado de la mesa principal hay otra mesa donde se dejan los regalos.

Ya han llegado la mayoría de invitados, Katia y Mateo llegan muy puntuales y eso sí que es extraño. Matt está guapísimo, es un rubio divino. Estamos  platicando mis padres, Katia y Mateo, cuando se acerca una niña de cabello rubio y ojos verdes con su madre, saludan amablemente, la niña mira a todos lados, sostiene una pequeña bolsa en sus manos y luego me dice.

—Señola —se le dificulta pronunciar la letra R, es una ternurita—, ¿Álex dónde está?

Acaricio su cabello y le regalo una sonrisa.

—Cariño, aún no llega, está con el papá, no tarda.

Me regala una sonrisa mostrando sus dientes y me dice.

—Yo le conpe  un legalo.

Todos morimos de ternura.

»Yo quelo que él sea mi novio.

Ahí se acaba la magia, paso saliva, todos contienen una risa, la mamá de la niña sonríe de lo más normal y comenta.

—Son niños, se la pasa hablando de él, que bonitos, ¿no?

Y yo, quiero arrastrar a la escuincla y sacarla de mi casa, no quiero pensar que la madre me salga igual de resbalosa a la hija, porque si es así, aquí va a arder Troya. Le regalo una sonrisa forzada.

—Que linda la niña, pero tú lo has dicho, son solo niños, como para andar pensando en eso.

—No hay que prestarles atención, no pasará de un simple piquito y una tomada de mano —Comenta la señora sonriendo.

Katia interrumpe, las invita a seguir y tomarse algo. Mi madre me mira.

—No te rías —exclamo cruzando mis brazos.

—Hija, es que mi nieto es un niño hermoso.

—Concuerdo con tu mamá, heredó la belleza de los padres —añade Rodrigo.

Llega Katia, e inhala cerca de mí, elevo una ceja.

—¿Qué pasa?  —inquiero.

—¿No huelen eso? —responde con otra pregunta.

Todos empezamos  a oler, pero no percibo ningún olor extraño. Mateo se cubre la boca para no reírse, que bien la conoce.

»Hueles a suegra —murmura Katia.

La fulmino con la mirada. Todos sueltan una carcajada. Mi móvil empieza a sonar en mi bolsillo derecho, lo saco y reviso, es un mensaje.

Nena ya estamos llegando.

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