Capítulo 34.

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¡Estúpida tú!

Capítulo 34.

Álex da un paso adelante, en ese momento llega Katia y me toma del brazo.

—Me imagino que sabe quién soy —habla Álex, más que una pregunta es una afirmación—, vaya que tienes gallardía de estar aquí parado frente a mi esposa.

Le dice en un tono bastante seco.

—No le estoy faltando el respeto —responde Sergio.

Álex empuña las manos y niega con un gesto muy serio.

—Me faltas el respeto a mí, con el hecho de estar tras mi esposa —hizo énfasis en esa última palabra —. Me molesta mucho que se metan con lo mío, soy muy territorial.

Álex da un paso adelante, Sergio no se mueve, permanece en el mismo lugar.

»¡Espero que te quede claro y no vuelvas a buscarla en tu puta vida! —exclama Álex furioso—,¡si no lo haces yo mismo voy a romper todos los malditos huesos de tu cuerpo! ¿Lo entiendes o te explico?

Sergio permanece en el mismo lugar, con un gesto tranquilo responde.

—Lo que le dije a ella ni le suma ni le resta, no entiendo cuál es su inseguridad —responde él en un tono tranquilo—, usted lo dijo, es su esposa, yo solo dije lo que tenía que decir.

Álex respira profundo y sin darle tiempo de nada lo sujeta con fuerza de la camisa y lo sacude, parece un muñequito de trapo en sus manos. Sergio no se defiende, permanece sereno.

—¡Qué bueno que tengas tan claras las cosas, no te quiero volver a ver cerca de ella porque no me va a temblar la mano para romperte la puta cara!

Exclama Álex.

»Sobra decir que aquí no vuelvas, por tu salud física mantén tu distancia.

Lo empuja con fuerza, por poco pierde el equilibrio, se sostiene de la mesa para no caerse.

:—¡Fuera! —grita Álex señalando hacia la puerta.

Sergio se incorpora, me mira y yo evito su mirada. No le queda más remedio que irse. Katia se ofrece a acompañarlo hasta la salida. Álex levanta una mano y me pasa suavemente los dedos por la mejilla hasta el mentón, lo sujeta obligándome a levantar la cabeza.

—Nena ¿Estás bien?

Unas lágrimas se escapan de mis ojos.

—No, no estoy bien.

Doy pasos hacia atrás.

»¿Cómo puedo estarlo? —lo miro a los ojos—, mi medio hermano dice estar enamorado de mí. No tiene una puta idea de lo que pasa en realidad.

Álex me escucha. Yo apenas logro digerir todo.

—Entiendo lo que sientes, es muy desconcertante.

Me paso las manos por el cabello y respiro profundo.

—Está loco, es un enfermo —Álex me mira como queriéndome decir algo— , por eso quise gritarle la verdad.

Álex da un paso adelante y toma mis manos, siguen heladas.

—Nena, sé que todo esto te ha tomado por sorpresa, pero no es ni el lugar ni la manera de decir las cosas.

Ladeo la cabeza y lo miro con un gesto de confusión.

»Sabes lo difícil que es enterarse de algo así —afirma.

—¡Él arruinó mi infancia y ahora aparece otra vez arruinar mi vida! —grito.

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