capítulo 11

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¡Estúpida tú! 

Capítulo 11.

—Mira Katia, eres mi mejor amiga y te quiero como a una hermana. Estás muy guapa hoy e imagino que no quieres salir calva de aquí —refuto.

Katia suelta una risita y se vuelve a acomodar.

—Ustedes lo que necesitan es otro traguito.

Le hace señas al mesero y pide cuatro cócteles más.

—Dejen la maldita payasada —masculla Álex—, que tragos ni que mierda.

—Álex relájate no es para tanto —comenta Mateo.

Álex frunce el ceño. Trato de sostenerlo del brazo, pero es imposible. Da un paso adelante y Mateo se mantiene en el mismo lugar. Álex lo señala con el dedo.

—¿No es para tanto? —ladea la cabeza y lo mira— . Si tú quieres ir a un bar de esos a compartir a tu mujer, lo puedes hacer, pero a mi mujer la dejas fuera de esto. A mi mujer nadie va a tocarla, ni siquiera tú que eres mi mejor amigo.

Su mandíbula se tensa.  

»¿Qué rayos te pasa? —mira a Katia—. ¿Qué rayos les pasa a ustedes? ¿Qué demonios se metieron? 

—¿Por eso llegaron tarde verdad? ¿Se fumaron algo? —agrego.

—Ustedes se escandalizan por nada —Mateo se encoge de hombros y vuelve a sentarse.

Halo a Álex del brazo obligándolo a sentarse, el ambiente está demasiado tenso.

—Solo es una propuesta y ya armaron un show —Katia rueda los ojos mientras le da un sorbo a su copa.

—Además no le veo nada de malo, todo quedará entre amigos —recalca Mateo—, creo que tenemos la madurez suficiente para tener una noche de sexo y lo que pase en esa habitación ahí se quedará. 

Esa es la gota que derrama el vaso. Álex se levanta furioso y se le va encima, lo sujeta con fuerza de la camisa haciéndolo levantar, retroceden hasta que su espalda choca con el borde del barandal.

   —¿Qué demonios es lo que pasa contigo? A mi mujer ningún hijo de puta va a tocarla nunca y eso te incluye a ti también. Así que saca esa estúpida idea de tu cabeza si no te quieres morir aquí mismo.

La gente empieza a mirarnos, Katia y yo tratamos de calmar las cosas, aunque ella no es que colabore mucho.

—Amor —lo tomo del brazo—. Esto tiene que ser un malentendido. 

La verdad esto nos tiene perplejos a ambos.

—¡Se calman los dos! —exclama Katia—, hablemos como personas civilizadas, compórtense. 

Álex toma todo el contenido de su vaso de un solo sorbo, retrocede, yo acaricio su brazo. Está muy molesto, lo conozco perfectamente. Por otro lado Katia y Mateo cruzan miradas

  »Solo fue una propuesta, no puedo creer que se pongan así —escupe Katia—, no es la primera locura que se nos ocurre juntos, no es la primera vez que hacemos algo loco.

—Pero no algo tan estúpido como eso que proponen ustedes —replico—, cada quien con sus gustos. Si ustedes quieren  pueden hacerlo, es cosa de ustedes. Pero a Álex no lo comparto con nadie, ni siquiera contigo, olvídalo. 

—Pero nosotros queremos que sea con una pareja conocida, con quién nos podamos sentir cómodos —argumenta Katia—, por eso los elegimos a ustedes, además solo es un momento de placer luego todo vuelve a la normalidad.

Álex rueda los ojos. 

—No, ni locos —exclama Álex subiendo el tono de su voz—. Lo pueden entender o les hago un puto dibujo en la pared. 

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