Epílogo.

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¡Estúpida tú!

Epílogo.

Un mes después…

Este mes ha sido una total locura de amor. He tenido mis escapadas con Katia, de eso se trata la sorpresa que tengo preparada para Álex, cada que salgo le digo que iremos al spa o a comer algo. Cuando lo que hacemos es ir a las clases de sexy dance donde nos inscribimos, ella dice que se sacrifica para acompañarme, pero bien que lo disfruta, ya me imagino lo que planea hacer. Yo cuento los días para que llegue el momento de darle mi sorpresa y volverlo loco.

Seguimos asistiendo a terapia, sin duda alguna la doctora María Fernanda es la mejor. Mini Álex ha tenido un buen avance, al igual que yo.

Descubrimos algo en Nazli, bueno en realidad lo hizo mini Álex. Está en la habitación con la bebé cuando  nos llama, ambos corremos preocupados,  abrimos la puerta él está en el borde de la cama apoyando sus brazos a ambos lados de ella, mientras ella le sonríe, una imagen perfecta. Mini Álex mira a Álex.

—Papá, Nazli es más bipolar que mamá.

Elevo una ceja, no entiendo nada. Avanzamos un paso, porque Álex tampoco entiende.

—¿Por qué dices eso campeón?

—Miren —se endereza—, miren sus ojos.

Nos posicionamos frente a ella y la miramos a los ojos. No puedo creerlo, mi pequeña tiene cada ojo de un color diferente; uno azul y el otro marrón, se puede decir que la combinación de ambos ella lo tiene  en sus bellos ojos, incluso el color de su cabello, es castaño como el de su papá. Mi pequeña salió 𝚌𝚘𝚗  𝚑𝚎𝚝𝚎𝚛𝚘𝚌𝚛𝚘𝚖𝚒𝚊.  Álex se acerca y la toma en brazos.

—Yo sí sabía, desde el día número uno las cosas se hicieron a tu modo. ¿Serás más bipolar que mamá? Solo espero que no seas lo mismo de caprichosa y berrinchuda.

—¡Oye! —me cruzo de brazos.

—Ustedes dos me volverán —mira a mini Álex —, nos volverán locos, ¿verdad?

Nazli lo sigue mirando como si entendiera lo que él dice. Mini Álex sonríe.

—Papá, locos de amor.

Álex lo abraza.

—Eso sí.

—Será que ustedes nos volverán locas —me cruzo de brazos—, un par de gruñones.

Soltamos una risita. En eso se resumen nuestros momentos, en sonrisas.

En la noche Álex va a acostar a mini Álex.

—Papá, quiero escuchar el final del cuento de la princesa Mocosa y el príncipe Gruñón.

—¿Recuerdas dónde nos quedamos?

—Sí, donde la princesa se perdió y el príncipe la quería encontrar a pesar de que nada volvería a ser igual.

Recargo mi cuerpo en la pared, creo que esa parte no la escuché.

—Papá.

—Dime campeón.

—¿Y si vamos por mi hermanita para que ella también lo escuche?

Salgo corriendo y entro a mi habitación, luego de un minuto salgo de nuevo y me recargo en la pared. Lo sé, no puedo dejar la manía de escuchar tras las paredes, pero no puedo evitarlo, es que Álex se ve demasiado tierno con los dos pequeños.

—Bueno prosigamos con el cuento.

Después de buscarla por todos lados el príncipe Gruñón logró encontrarla, fue muy difícil para él por todas las heridas que tenía la princesa mocosa, quiso morir, pero no podía rendirse, él tenía que ser fuerte por ella, él tenía que sostenerla mientras ella se negaba a hacerlo. Él tenía que armar cada uno de sus pedazos rotos, de ser posible lo haría con los suyos, lo importante era reconstruirla.

©¡ESTÚPIDA TÚ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora