Extra capítulo 80

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Extra capítulo 80.

Sergio me recoge siempre tan puntual. Me subo a su coche y lo saludo. Él me regala una bella sonrisa.

—¿A dónde quieres ir?

Me abrocho el cinturón de seguridad y me encojo de hombros.

—Sorpréndente.

—Te voy a llevar a comer a mi restaurante favorito.

Asiento. Me doy cuenta que él sabe mucho de mí, yo también quiero conocerlo un poco más. Luego de unos minutos llegamos. El lugar se ve hermoso, Tito Murphy's Sergio me dice que ahí sirven una comida irlandesa deliciosa.  El lugar es de dos pisos, entramos y una camarera nos guía hasta una mesa apartada en la segunda planta, la ubicación ofrece mucha privacidad y una vista preciosa. Sergio acomoda mi silla para que me siente y luego se sienta frente a mí. Empezamos a revisar el menú, hay muchos platos, todo se ve delicioso. Cierro la carta y lo miro.

—¿Qué me recomendarías?

Él me mira con cariño.

—Te voy a recomendar mi comida favorita, Irish Stew; es un estofado irlandés…

—Perfecto, quiero probar todo lo que tú pidas.

Él me regala una pequeña sonrisa, le hace señas a la camarera y ordena varios platos incluido un postre. Empezamos a platicar de todo un poco, su trabajo, su mamá, incluso me atrevo a preguntar por él. Sergio suspira.

—No he vuelto a hablar con él. Lo que hizo me causó una herida tan grande que por más que trato no puedo siquiera mirarlo a los ojos. Lo que nuestro padre, que no merece llamarse así te hizo, no tiene nombre. Por donde trates de mirarlo no hay una justificación. Pero tengo muy claro que si en algún momento de la vida por alguna razón él dependiera de mí, yo lo ayudaría porque no soy como él.

Le doy un sorbo a mi copa de agua.

—Es realmente difícil cuando te decepcionas de alguien, por más que lo intentes no puedes verlo como antes. A veces me siento culpable por destrozar a tu familia, que aparentemente era perfecta. Si yo no hubiera hablado…

Sergio toma mis manos.

—En este caso yo sería el culpable, fue por mí que Anibal te dejó. No digas esas cosas, nosotros no somos culpables de las decisiones que él tomó, salimos muy salpicados sí, pero no tenemos culpa de nada. Así que no vuelvas a decir que es tu culpa. Jamás te culpes por las decisiones de otros.

Aprieto su mano.

—Y tampoco tuya, ok.

—Ok, zibá.

Ladeo la cabeza para mirarlo.

—¿Por qué me dices zibá?

Él sonríe y me mira a los ojos.

—Porque eres lo más hermoso que he conocido, como lo dice la palabra, eres una belleza, una realidad que se cumplirá en el verano. Quiero verte florecer de nuevo, muero por ver ese momento.

Siento que mis lágrimas rebozan mis ojos.

»Por eso tú eres mi zibá, al igual que ella.

Arqueo una ceja con un gesto de confusión. Sergio suelta una pequeña sonrisa, cuando está por responder aparece la camarera con los platos. Me mira fijamente.

—Espero que les guste.

Me guiña un ojo. Empezamos a comer, con el primer bocado siento la mezcla de sabores, me encanta.  Yo termino primero y empiezo a robar de su plato, él hace gestos, me mira con tanta dulzura y luego sonríe. Sin siquiera esperarlo Sergio pone su mano en mi vientre.

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