capítulo 50

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¡Estúpida tú!

Capítulo 50.

Katia me detiene, me pregunta preocupada qué es lo que pasa, trato de explicarle, pero estoy demasiado alterada. Se cruza en mi camino y no me deja salir.

—Tienes que llamar a Álex, no puedes ir tú sola. No te hará nada bien.

Respondo sin ningún tipo de expresión.

—Estoy preparada para ver al donador de nuevo. Más si se trata de mi hijo, a él lo defiendo con uñas y dientes. 

Exclamo molesta.

 »No dejaré que se acerque a mi niño, eso jamás.

Es la seguridad no solo en mis palabras sino en mi mirada que hace que ella me crea, esta vez estoy preparada, si lo tengo otra vez de frente. No sé qué intenciones tenga, pero viniendo de ese ser tan despreciable no debe ser nada bueno. 

—Así se habla, vamos a romperle los pellejos porque ni huevos debe tener ese cobarde —comenta Katia. 

Katia recoge sus cosas, dice que no me dejará sola. Salimos del restaurante y mientras lo hacemos le marco a Álex para avisarle, ya se alcanzan a imaginar como se puso.

Nos encontramos en la puerta de la escuela. Lo primero que hago cuando veo a Álex es abrazarlo, necesito tener esa seguridad de que todo va a estar bien. Álex toma mi rostro en sus manos.

—No te preocupes, nada malo va a pasar —me mira.

Y si él me lo dice, sé que es así. Solo que necesito mi lugar seguro, él siempre él.

—No entiendo que quiere con nuestro pequeño —murmuro.

—Nada —dice con el ceño fruncido—, no dejaré que se acerque a ustedes dos, eso nunca. 

Asiento repetidas veces. Katia se queda en el auto mientras nosotros ingresamos a la escuela.  Buscamos a la maestra, lo primero que hago es preguntar por el niño, ella me lleva hasta el salón donde está. Me acerco, lo tomo en brazos y lo abrazo, ahora que esta a mi alcance puedo estar tranquila. 

—¿Pasa algo mami? —Mini Álex me pregunta con un gesto de confusión. 

Exhalo, para conservar la calma.

—Nada cariño, solo queríamos  pasar por ti.

Ladea la cabeza y me mira. Verdad que a este niño no se le puede mentir, pero no quiero confundirlo, no quiero meterlo en esto. Me quedo con el niño mientras Álex habla con la maestra, le dice que nadie más que nosotros dos tiene autorización para ver al niño, de ser así nosotros la tendremos al tanto. 

Salimos de la escuela, Katia espera recargada en el coche, mini Álex al verla sale corriendo con los brazos abiertos. Por instinto levanto la mirada al frente y justo al otro lado de la calle tras un árbol lo veo esconderse y observando.

Me detengo de golpe, hago conexión visual con él; el tipo que donó su esperma. Le lanzo una mirada fría como el hielo, no dejaré que su presencia me afecte, ya no. Álex se detiene y me mira, me pregunta si todo está bien, pero al no recibir respuesta sigue mi mirada y ve lo que yo veo.

Toma mi mano.

—¿Estás bien? —pregunta preocupado.

Aprieto su mano con fuerza, ladeo la cabeza para mirarlo y con seguridad le respondo.

—Ya no dejaré que su presencia me afecte.

Álex me regala una pequeña sonrisa de boca cerrada.

—Así se habla nena. 

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