Todo el mundo paga

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El torbellino dentro del Portal fue casi un alivio. Clary fue la última en pasar por la puerta brillante, después que los demás la habían atravesado, y dejó que la fría oscuridad la sumergiera como si fuera agua, arrastrándola más y más profundo y robando el aire de sus pulmones, haciéndola olvidar todo excepto el clamor y la caída.

Acabó muy rápido, el Portal la liberó con torpeza en el suelo de tierra de un túnel y su mochila crujió debajo de ella. Contuvo la respiración y se levantó, usando una raíz larga que colgaba erguida.

Alec, Isabel, Jace y Simon estaban levantándose a su alrededor, sacudiéndose la ropa. No fue sobre tierra que habían caído, fue sobre una alfombra de musgo. Más musgo se propagaba a lo largo de las paredes marrón suave del túnel, que brillaba como luces fosforescente. Pequeñas flores brillantes, como margaritas eléctricas, crecían en medio del musgo, contrastando el verde con el blanco. Raíces colgaban desde el techo del túnel, Clary se preguntó por qué exactamente estaba creciendo por encima del suelo. Varios túneles más pequeños se ramificaban del principal, algunos de ellos demasiados pequeños para un humano. Isabelle cogió un trozo de musgo de su cabello y frunció el ceño.

—¿Exactamente dónde estamos?

—Nos transporté a las afueras de la sala del trono —dijo Clary—. Hemos estado aquí. Simplemente siempre se ve diferente.

Jace ya se había trasladado al pasillo principal. Incluso sin la runa Silenciosa, era tan silencioso como un gato sobre el suave musgo. Los otros lo siguieron, Clary con la mano en la empuñadura de su espada. Estaba un poco sorprendida del poco tiempo que le había tomado acostumbrarse a un arma a su lado; si un día llegase coger a Eósforo y descubría que no estaba, pensó, entraría en pánico.

—Por aquí —dijo Jace en voz baja, haciendo un gesto al resto de ellos en guardar silencio. Estaban en un arco, una cortina los separaba de una habitación más grande. La última vez que Clary había estado allí, la cortina había estado hecha de mariposas vivas y le habían susurrado.

Hoy era de espinas, como las espinas que rodeaban el castillo de la Bella Durmiente, espinas entretejidas en otras para formar una hoja colgando. Clary solo podía ver atisbos de la habitación al otro lado... un destello de blanco y plata, pero todos podían oír el sonido de las voces riendo procedentes de los corredores a su alrededor.

Las runas Glamour no funcionaban con las Hadas, no había manera de ocultarse de sus vistas. Jace estaba alerta, todo su cuerpo en tensión. Levantó cuidadosamente una daga y separó la hoja de espinas tan silenciosamente como pudo. Todos ellos se inclinaron para mirar.

La habitación delante de ellos parecía un cuento de Hadas de invierno, del tipo que Clary rara vez había visto, excepto en las visitas a la granja de Luke. Las paredes estaban hechas de láminas de cristal blanco con vetas de plata incrustadas y la Reina estaba reclinada sobre su diván, el cual era de cristal blanco para coincidir con la habitación. El suelo estaba cubierto de nieve, y largos carámbanos colgaban del techo, cada uno atado con cuerdas de espinas en oro y plata. Ramos de rosas blancas se amontonaban alrededor de la habitación, esparcidas al pie del diván de la Reina, como si fueran una corona en su pelo rojo. Su vestido era blanco y plateado también, como una diáfana con una capa de hielo, se podía vislumbrar su cuerpo a través del material, aunque no con claridad. El hielo, las rosas y la Reina. El efecto fue cegador.

Estaba recostada en su sofá, con la cabeza inclinada hacia arriba, hablando con un caballero Hada fuertemente blindada. Su armadura era de color marrón oscuro, el color del tronco de un árbol; uno de sus ojos era negro, el otro azul pálido, casi blanco. Por un momento Clary pensó que tenía la cabeza de un ciervo escondido bajo su gran brazo, pero al mirar más de cerca, se dio cuenta de que se trataba de un casco, adornado con cuernos.

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora