No importa lo atraido que se sienta por Alec

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-Pareces agotada –añadió él–. ¿Dónde has estado todo el día?

-Salí con Sebastian.

-¿Sebastian? –su mirada de total asombro fue momentáneamente grata.      -Me  acompañó  a  casa  anoche  –dijo  Clary,  y  en  su  mente  las  palabras "Sólo  seré  tu  hermano  a  partir  de  ahora,  sólo  tu  hermano"  golpearon como el ritmo de un corazón dañado–. Y hasta el momento, él es la única persona en la ciudad que ha sido remotamente agradable conmigo. Así que sí, salí con Sebastian.

-Ya veo –Jace devolvió la galleta al plato, su cara en blanco–. Clary, he venido  aquí  para  disculparme.  No  debí  hablarte  de  la  manera  en  que  lo hice.

-No –dijo Clary–, no debiste.

-También he venido para preguntarte si podrías reconsiderar el volver a Nueva York.

-Dios –dijo Clary–, eso otra vez...

-No es seguro para ti estar aquí.

-¿Qué es lo que te preocupa? –preguntó ella sin tono alguno en la voz–. ¿Que me metan en prisión como han hecho con Simon?

La  expresión de  Jace no  cambió,  pero se  reclinó  en la silla,  levantando los pies del suelo, como si ella casi le hubiera dado un empujón.

-¿Simon...?

-Sebastian  me  ha  contado  lo  que  le  ocurrió  –ella  continuaba  con  la misma  voz  plana–.  ¿Qué  hiciste?  ¿Cómo  le  trajiste  aquí  y  luego  dejaste simplemente   que   terminara   tirado   en   una   prisión?   ¿Estás   intentando conseguir que yo te odie?

-¿Y  tú  te  fías  de  Sebastian?  –preguntó  Jace–. Acabas  de  conocerle, Clary.

Ella le miró fijamente.

-¿No es verdad?

Él se encontró con su mirada, pero el rostro de él estaba ido aún, como el de Sebastian cuando ella le apartó.

-Es verdad.

Ella agarró un plato de la mesa y se lo tiró. Él lo esquivó, haciendo girar la silla, y el plato golpeó la pared sobre el fregadero y se hizo trizas en un estallido  de  porcelana  rota.  Él  saltó  de  la  silla  mientras  ella  agarraba  otro plato  y  lo  tiraba,  su  puntería  salvaje:  éste  rebotó  contra  el  frigorífico  y golpeó el suelo a los pies de Jace donde se rompió en dos.

-¿Cómo pudiste? Simon confiaba en ti. ¿Dónde está ahora? ¿Qué van a hacerle?

-Nada –dijo Jace–. Él está bien. Le vi anoche...

-¿Antes  o  después  de  yo  verte?  ¿Antes  o  después  de  que  fingieras  que todo iba bien y mostrarte tan bien?

-¿De dónde has sacado esa  idea de que  yo  estuviera  tan bien? –Jace  se atragantó  con  algo  que  casi  parecía  una  risa–.  Debo  ser  mejor  actor  de  lo que pensaba –había una sonrisa torcida en su cara.

Fue  una  cerilla  para  la  yesca  de  la  furia  de  Clary:  ¿Cómo  se  atrevía  a reírse de ella ahora? Ella fue a por el cuenco de la fruta, pero de repente no parecía ser suficiente. Dio una patada a la silla apartándola de su camino y se  lanzó  ella  misma  sobre  él,  sabiendo que  eso  sería la última  cosa  que  él esperaría que hiciera.

La  fuerza  de  su  repentino  ataque  le  cogió  con la  guardia  baja.  Ella arremetió  con  violencia  y  él  se  tambaleó  hacia  atrás,  yendo  a  parar  con dureza contra el borde de la encimera. Ella medio cayó contra él, oyendo la respiración  entrecortada  de  él,  y  retiró  ciegamente  el  brazo,  sin  saber siquiera lo que quería hacer...

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora