Había un mundo antes que los Nefilim

134 7 0
                                    

Magnus volcó la caja de plata con las iniciales en ella sobre sus manos, sus ojos de gato brillaban en la penumbra de la luz mágica que provenía de la bodega del Amatis.

Jocelyn lo miraba con una expresión de curiosa ansiedad. Luke no pudo evitar pensar en todas las veces que Jocelyn había llevado a Clary al apartamento de Magnus cuando había sido una niña, todas las veces que los tres se habían sentado juntos, un trío poco probable, mientras Clary crecía, se hacía mayor y empezaba a recordar lo que se suponía debía olvidar.

—¿Nada? —Preguntó Jocelyn.

—Tienes que darme tiempo —dijo Magnus, golpeando la caja con un dedo—. Las trampas mágicas, maldiciones y semejantes pueden estar sutilmente ocultas.

—Tómate tu tiempo —dijo Luke, apoyado en una mesa arrinconada cubierta de telarañas. Hace mucho tiempo había sido la mesa de la cocina de su madre. Reconoció el patrón de marcas de cuchillo hechas por descuido por toda la superficie de madera, incluso el hueco en una de las patas que él había hecho cuando la había pateado de adolescente.

Había sido de Amatis por años. Había sido de ella cuando estuvo casada con Stephen y, algunas veces había ofrecido cenas en la casa Herondale. Había sido de ella después del divorcio, después de que Stephen mudara a la casa solariega de campo con su nueva esposa. Todo el sótano, de hecho, estaba lleno de muebles viejos: artículos que Luke reconoció por haber pertenecido a sus padres, las pinturas y baratijas del tiempo en que Amatis había estado casada. Se preguntó por qué los había escondido aquí abajo. Tal vez ella no había sido capaz de soportar siquiera mirarlos.

—No creo que haya algo mal con ella —dijo Magnus finalmente, dejando la caja de vuelta en el anaquel donde Jocelyn la había colocado, incapaz a dejarla en la casa, pero incapaz de tirarla. Él se estremeció y se frotó ambas manos. Estaba envuelto en un abrigo gris y negro que le hacía parecer un riguroso detective; Jocelyn no le había dado la oportunidad de colgar su abrigo cuando había llegado a su puerta, le había agarrado por el brazo y arrastrado hasta el sótano—. No hay trampas ni magia en absoluto.

Jocelyn parecía un poco avergonzada.

—Gracias —dijo—. Por verla. Puedo ser un poco paranoica. Y después de lo que acaba de suceder en Londres...

—¿Qué acaba de suceder en Londres?

—No sabemos mucho —dijo Luke—. Recibimos un mensaje de fuego sobre ello esta tarde, desde el Gard, pero no muchos detalles sobre lo sucedido.

Londres era uno de los pocos Institutos que aún no se había vaciado. Aparentemente Sebastian y sus fuerzas trataron de atacar. Ellos fueron repelidos por algún tipo de hechizo de protección, algo que incluso el Concejo desconocía. Algo que advirtió a los Cazadores de Sombras lo que se venía y los dirigió a un lugar seguro.

—Un fantasma —dijo Magnus. Una sonrisa revoloteaba alrededor de su boca—. Un espíritu, que ha jurado proteger el lugar. Ella ha estado allí durante ciento treinta años.

¿Ella? —Dijo Jocelyn, recargándose sobre la polvorienta pared—. ¿Un fantasma? ¿En serio? ¿Cuál era su nombre?


—Reconocerías su apellido, si te lo dijera, pero a ella no le gustaría eso.—La mirada de Magnus era lejana—. Espero que esto signifique que ya ha encontrado paz —espetó, regresando su atención—. De todos modos —dijo—. No tenía intención de arrastrar la conversación en esa dirección. No es por eso que vine a vosotros.

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora