El Portal

204 10 0
                                    

Había  un  olor  extraño  en  el  aire,  como  de  ozono  y  a  quemado.  Con  el ceño fruncido puso la mano sobre el pomo. Soy Clary Morgenstern, una de los Nephilim, y pido entrar al Instituto...

La  puerta  osciló  abriéndose.  Clary  dio  un  paso  hacia  el  interior.  Miró alrededor, parpadeando, intentó identificar qué era aquello que de algún modo  se  sentía  diferente  dentro  de  la  catedral.  Se  dio  cuenta  cuando  la puerta se cerró detrás de ella, atrapándola en la negrura sólo mitigada por el brillo débil de la elevada y lejana ventana que había sobre su cabeza. Ella nunca había estado en el vestíbulo del Instituto sin la luz de las docenas de llamas  en  los  elaborados  candelabros  que  se  alineaban  en  el  pasillo  entre los bancos.

Sacó  la  piedra  de  luz  mágica  del  bolsillo  y  la  sostuvo  en  alto.  La  luz brotó de ella, mandando brillantes rayos de iluminación de entre sus dedos. Iluminó  las  polvorientas  esquinas  del  interior  de  la  catedral  mientras  se dirigía  al  ascensor  cerca  del  altar  desnudo  y  pulsaba  con  impaciencia  el botón de llamada.

No ocurrió nada. Después de medio minuto presionó el botón otra vez, y otra  vez.  Puso  la  oreja  contra  la  puerta  del  ascensor  y  escuchó.  Ningún sonido.  El  Instituto  se  había  vuelto  oscuro  y  silencioso,  como  un  juguete mecánico  al  que  se  le  acaba  la  cuerda.  Su  corazón  palpitaba  pesadamente ahora,  Clary  recorrió  apresuradamente  el  pasillo  de  nuevo  y  empujó  las pesadas  puertas  para  abrirlas.  Parada  en  los  escalones  de  la  fachada  de  la iglesia, lanzó un frenético vistazo alrededor. El cielo estaba oscureciéndose hacia  el  cobalto  sobre  su  cabeza,  y  el  aire  olía  incluso  más  fuerte  a quemado.  ¿Había  habido  un  fuego?  ¿Había  los  Cazadores  de  Sombras evacuado aquello? Pero el lugar parecía intacto...

-No hubo fuego.

La voz era suave, aterciopelada y familiar. Una figura alta se materializó de  entre  las  sombras,  el  pelo  hacia  arriba  en  una  corona  de  puntas desgarbadas.  Llevaba  un  traje  de  seda  negro  sobre  una  camisa  verde esmeralda  brillante,  y  anillos  alegremente  enjoyados  en  sus  estrechos dedos.  También  estaban  implicadas  unas  botas  extravagantes  y  una  buena cantidad de brillantina.

-¿Magnus? –susurró Clary.

-Sé lo que estás pensando –dijo Magnus–, pero no hubo fuego. Ese olor es niebla del infierno... Es un tipo de humo demoniaco encantado. Anulan los efectos de ciertos tipos de magia.

-¿Niebla demoniaca? Entonces había...

-Un ataque en el Instituto. Sí. Esta tarde,  más temprano. Repudiados... Probablemente unas cuantas docenas de ellos.

-Jace –susurró Clary–, los Lightwoods...

-El  humo  del  infierno  anuló  mi  capacidad  para luchar  contra  los Repudiados  con  efectividad.  Las  suyas,  también.  Tuve  que  enviarles  a través del Portal hacia Idris.

-Pero, ¿ninguno de ellos resultó herido?

-Madeleine –dijo Magnus–, Madeleine fue asesinada. Lo siento, Clary.      Clary  se  dejó  caer  sobre  los  escalones.  No  había  conocido  bien  a  la mujer  mayor,  pero  Madeleine  era  una  conexión  indirecta  con  su  madre...Su verdadera madre, la fuerte y luchadora Cazadora de Sombras que Clary no había conocido nunca.

-¿Clary? –Luke venía por el sendero a través de la creciente oscuridad. Tenía la maleta de Clary en una mano–. ¿Qué ha ocurrido?

Clary  sentada  abrazando  las  rodillas  mientras Magnus  lo  explicaba. Debajo  de  su  dolor  por  Madeleine  ella  estaba  llena de  una  culpable sensación  de  alivio.  Jace  estaba  bien.  Los  Lightwood  estaban  bien.  Se  lo repetía una y otra vez a sí misma, en silencio. Jace estaba bien.

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora