¡No debiste haberla dejado salir en primer lugar!

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Era  de  día,  y  él  no  había  hablado  con  Clary  desde  que  ella  se  había  ido.  Sacó  la  mano  debajo de las sábanas y miró el anillo de oro en su mano derecha. Delicado, estaba grabado con lo que eran o bien diseños o palabras en un alfabeto que no conocía.Apretando la mandíbula, se sentó y tocó el anillo. ¿Clary?

La respuesta fue inmediata y clara. Casi se levantó de la cama del alivio. Simon. Gracias a Dios.

¿Puedes hablar?

No. Él sintió más que oyó una distracción tensa en la voz de su mente. Me alegro de que hayas llamado, pero no es buen momento. No estoy sola.

¿Pero estás bien?

Estoy bien. Nada ha sucedido todavía. Estoy tratando de reunir información. Te prometo hablar contigo en el momento en que me entere de algo.

De acuerdo. Cuídate.

Tú también.

Y ella se fue. Deslizando sus piernas a un lado del colchón, Simon hizo lo que pudo para aplastar su desordenado cabello por el sueño, y fue a ver si alguien más estaba despierto.

Lo estaban. Alec, Magnus, Jocelyn, e Isabelle estaban sentados alrededor de la mesa de Magnus.  Mientras  que  Alec  y  Magnus  vestían  jeans,  tanto  Jocelyn  como  Isabelle  llevaban  el equipo de cazadoras, Isabelle con su látigo envuelto alrededor de su brazo derecho. Ella levantó la vista cuando entró, pero no sonrió, sus hombros estaban tensos, con la boca en una delgada línea. Todos tenían tazas de café en frente de ellos.

―Hay una razón por la que el ritual de los Instrumentos Mortales era tan complicado. ―Magnus  hizo  flotar  la  azucarera  hacia  él  y  vertió  un  poco  del  polvo  blanco  sobre  el café—.  Los  Ángeles  actúan  al  mandato  de  Dios,  no  a  los  seres  humanos,  ni  siquiera  a  los  Cazadores  de  Sombras.  Convoca  a  uno,  y  es  posible  que  te  encuentres  atacado  con  ira  divina. El punto de todo el ritual de los Instrumentos Mortales no era permitir que alguien convocara  a  Raziel,  era  que  protegía  al  invocador  de  la  ira  del  ángel,  una  vez  que  se  presentara.

―Valentine.... ―comenzó Alec.

―Sí, Valentine también convocó a un ángel de mucha menor importancia. Y nunca se habló de él, ¿verdad? Nunca le dieron una pizca de ayuda, aunque él cosechó su sangre. Y aun  así,  él  debió  de  haber  usado  unos  hechizos  muy  poderosos  sólo  para  obligarlo.  Mi  entendimiento es que él ató esa vida a la mansión Wayland, de modo que cuando el ángel muriera la mansión se derrumbaría en escombros. ―Tocó con una uña pintada de azul su taza―. Y se condenó a sí mismo. Sea que creas en el Cielo y el Infierno o no, él sin duda se condenó a sí mismo. Cuando llamó a Raziel, Raziel lo hirió. En parte como venganza a lo que Valentine le había hecho a su hermano ángel.

―¿Por qué estamos hablando de convocar ángeles? ―preguntó Simon, encaramándose en la punta de la larga mesa.

―Isabelle y Jocelyn fueron a ver a las Hermanas de Hierro ―explicó Alec―. En busca de un arma que pudiera ser utilizada en Sebastian y que no afecte a Jace.

―¿Y no hay ninguna?

―Nada en este mundo ―contestó Isabelle―. Una arma celestial podría hacerlo, o algo con una alianza demoníaca. Estamos explorando la primera opción.

―¿Convocando a un ángel para que te de su arma?

―Ha  pasado  antes  ―dijo  Magnus―.  Raziel  entregó la  Espada  Mortal  a  Jonathan  Cazador de Sombras. En las viejas historias, la noche antes de la batalla de Jericó, un ángel apareció y le dio a Josué su espada.

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora