Pensé que podría gustarte Magnus

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Isabelle y Alec, que avanzaban a buen paso por delante, daban la impresión de estar discutiendo entre ellos. Clary aceleró un poco el paso, estirando el cuello para oírles mejor.

-No es tu culpa decía Alec.

El muchacho sonaba cansado, como si ya hubiera pasado por aquella clase de cosa con su hermana antes. Clary se preguntó cuántos novios había convertidoella en ratas accidentalmente.

-Pero eso debería enseñarte a no ir a tantas fiestas del Submundo añadió-. No valen la pena.Isabelle sorbió sonoramente.

-Si  le   hubiese   sucedido   algo,  no    no   sé   qué   habría   hecho.

-Probablemente lo que fuera que hacías antes repuso Alec en tono aburrido-. Tampoco es que le conocieras tan bien.

-Eso   no   signif ica   que   no...

-¿Qué? ¿Qué le amas? Alec se mofó, alzando la voz-. Tienes que conocer a alguien para amarle.

-Pero eso no es todo. Isabelle sonaba casi triste-. ¿No te divertiste en la fiesta, Alec?

-No.

-Pensé que podría gustarte Magnus. Es simpático, ¿verdad?

-¿Simpático? Alec la miró como si estuviera loca-.  Los   gatitos   son   simpáticos.  Los   brujos   son...-Vaciló-. No finalizó, sin convicción.

-Pensé que podríais congeniar. El maquillaje de ojos de Isabelle centelleó tan brillante como las lágrimas cuando echó una rápida mirada a su hermano-. Que os haríais amigos.

-Tengo amigos afirmó Alec, y miró por encima del hombro, casi como si no pudiera evitarlo, a Jace.

Pero Jace, con la dorada cabeza gacha, inmerso en sus pensamientos, no se dio cuenta.

Siguiendo un impulso, Clary alargó la mano para abrir la mochila y echar una ojeada a su interior    y   frunció   el  entrecejo.  La   bolsa   estaba   abierta.  Rememoró   rápidamente   la   fiesta: había levantado la mochila, cerrado la cremallera. Estaba segura de ello. Abrió de un tirón la bolsa, con el corazón latiendo violentamente.

Recordó la vez que le habían robado el billetero en el metro. Recordó haber abierto el bolso y no haberlo visto en   su   interior,  haber  sentido   la   boca   seca   por  la   sorpresa: ¿Se   me   ha   caído? ¿Lo   he   perdido?.  Y   haber  comprendido: Ha   desaparecido.  Aquello   era   parecido,  sólo   que   mil veces peor. Con la boca seca como un hueso, Clary toqueteó el interior de la mochila, apartando ropa y cuaderno de bocetos, llenándose las uñas de mugre. Nada.

Había dejado de andar. Jace permanecía inmóvil justo delante de ella, con expresión impaciente. Alec e Isabelle estaban ya una manzana más allá.

-¿Qué sucede? preguntó Jace, y ella se dio cuenta de que estaba a punto de añadir algo sarcástico; pero sin duda advirtió la expresión de su rostro, porque no lo hizo-. ¿Clary?

-Se ha ido musitó ella-.  Simon.  Estaba   en   mi  mochila...

-¿Ha trepado fuera?

No era una pregunta tonta, pero Clary, agotada y aterrorizada, reaccionó de un modo poco razonable.

-¡Desde luego que no! le chilló-. ¿Es que crees que quiere acabar aplastado bajo el coche de alguien,  asesinado   por  un   gato...?

-Clary...

-¡Cállate! le gritó, blandiendo la mochila contra él-. Tú fuiste quien dijo que no nos molestáramos   en   devolverle   su   aspecto...

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora