Es tan fácil tomarte el pelo

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Mientras se acercaban al edificio de Magnus, Clary vio una figurilla esbelta recargada en la fachada. Alec. Usaba un abrigo largo y negro hecho del duro, delgado y brillante material que los Cazadores de Sombras solían usar para sus armaduras. Las manos y el cuello estaban marcadas por runas, y el aura pesada que lo rodeaba, evidenciaba que tenía puesto un glamour.

-No sabía que traerías al mundano –sus ojos se fijaron en Simon

-Es lo que me gusta de tu gente –dijo Simon- Siempre me hacen sentir bienvenido

-Oh, vamos Alec –dijo Clary- ¿Qué tiene de malo? No es como si Simon no hubiera venido aquí antes

Alec soltó un suspiró teatral, se encogió de hombros y caminó escaleras arriba. Abrió la puerta del apartamento de Magnus usando una llave pequeña y plateada, y la volvió a guardar en el bolsillo delantero de su chamarra, como ocultándosela a Simon y Clary. A la luz del día el apartamento se veía como se vería un club nocturno vacío y cerrado: oscuro, sucio e inesperadamente pequeño. Las paredes estaban desnudas, manchadas aquí y allá con pintura brillosa, y el piso estaba resbaloso y brillante por la edad.

-Hola, hola –Magnus se deslizó hacia ellos

Llevaba una túnica de seda verde que colgaba hasta el suelo, abierta y que dejaba ver una camisa color plateado y jeans negros. Una piedra brillante y roja colgaba de su oreja izquierda.

-Alec, querido. Clary. Y el niño rata –barrió a Simon, que lo miró molesto- ¿A qué debo este placer?

-Venimos a ver a Jace –dijo Clary- ¿Está bien?

-No lo sé –dijo Magnus- ¿Por lo regular se tira en el piso y deja de moverse?

-¿Pero qué...?–soltó Alec, y se interrumpió cuando Magnus empezó a reír- Eso no es gracioso

-Es tan fácil tomarte el pelo... Y sí, su amigo está bien. Bueno, excepto porque se la pasa moviendo mis cosas y tratando de limpiar. Ahora no encuentro nada. Es demasiado obsesivo para mi gusto

-A Jace le gusta tener limpio –dijo Clary, pensando en su habitación en el Instituto.

-Pues a mí no –Magnus miraba con el rabillo del ojo a Alec, que fruncía el ceño- Jace está allá, si quieren verlo –señaló a la puerta al final de la habitación

"Allá" resultó ser una habitación de tamaño mediano, sorprendentemente acogedora, con paredes empapeladas, cortinas de terciopelo por todas las ventanas y sillones de colores, como icebergs gordos y coloridos en un mar de encarpetado beige. Un sofá rosa mexicano estaba tendido con una sábana. Junto a él, había una bolsa llena de ropa. No entraba luz por las cortinas y la única fuente de iluminación era la parpadeante pantalla de televisión, que brillaba aún cuando no estaba enchufada.

-¿Qué hay? –inquirió Magnus

-Qué No Usar –una voz familiar brotó de una silueta desparramada en uno de los sofás. Se sentó derecho y por un minuto, Clary pensó que Jace se iba a levantar para saludarlos. En vez de eso, miró a la pantalla- ¿Pantalones caqui a la cintura? ¿Quién usa eso? –se dio la vuelta y miró a Magnus- Poder sobrenatural casi ilimitado –dijo- Y pensar que lo usas para ver repeticiones. Qué desperdicio

-Un TiVo hace algo similar –apuntó Simon

-Pero lo mío es más barato Magnus dio un gran aplauso y toda la habitación se llenó de luz. Jace gruñó y alzó un brazo para cubrirse la cara.

-¿Puedes hacer eso sin magia? –preguntó el hechicero

-De hecho –dijo Simon- sí. Si vieras los infomerciales, lo sabrías

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora