Alec se rehúsa reconocer que tenemos una relación

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Había un extraño olor en el aire, como de basura quemándose. Ella hizo un débil sonido de asfixia cuando Magnus levantó la mano y chasqueó una vez los dedos de nuevo. Una brillante luz azul floreció de las yemas de sus dedos. Clary dio un grito ahogado. La habitación estaba hecha un desastre: muebles hechos astillas, cajones abiertos y su contendido diseminado por todas partes. Páginas rasgadas de libros dispersadas por el aire como ceniza. Incluso los cristales de la ventana estaban hechos trizas.

-Recibí un mensaje de Fell la noche pasada –dijo Magnus–, pidiéndome que nos encontráramos aquí. Llegué aquí... y lo encontré así. Todo destruido, y la fetidez de demonios por todas partes.

-¿Demonios? Pero los demonios no pueden entrar en Idris...

-No te digo que lo hayan hecho. Sólo te estoy contando lo que ocurrió –Magnus hablaba sin inflexión–. El lugar apestaba a algo demoniaco en origen. El cuerpo de Ragnor estaba sobre el suelo. Él no estaba muerto cuando se fueron, pero lo estaba cuando llegué yo –se giró hacia ella–. ¿Quién sabía que estabas buscándole?

-Madeleine –susurró Clary–, pero ella está muerta. Sebastian, Jace y Simon. Los Lightwood...

-Ah –dijo Magnus–. Si los Lightwood saben, la Clave bien puede saber hasta la fecha, y Valentine tiene espías en la Clave.

-Debería haberlo mantenido en secreto en vez de preguntar a todo el mundo por él –dijo Clary con horror–. Es por mi culpa. Debería haber advertido a Fell...

-Debería señalar –dijo Magnus–, que no podías encontrar a Fell, que de hecho ese es el por qué de que preguntaras a todos por él. Mira, Madeleine y tú sólo pensasteis en Fell como en alguien que podía ayudar a tu madre. No como en alguien en quien Valentine podría estar interesado más allá de eso. Pero hay más. Valentine podría no haber sabido cómo despertar a tu madre, pero parecía saber que lo que ella había hecho para ponerse en ese estado tenía una conexión con algo que él quería mucho. Un libro de hechizos especial.

-¿Cómo sabes todo eso? –preguntó Clary.

-Porque Ragnor me lo dijo.

-Pero... Magnus la interrumpió con un gesto.

-Los brujos tienen formas de comunicarse entre ellos. Tienen sus propios lenguajes –levantó la mano que sostenía la llama azul–. Logos.

Letras de fuego, cada una de al menos quince centímetros de alto, aparecieron sobre las paredes como si estuvieran grabadas en la piedra con oro líquido. Las letras corrían por las paredes deletreando palabras que Clary no podía leer. Ella se giró hacia Magnus.

-¿Qué dice?

-Ragnor hizo esto cuando supo que estaba muriendo. Contar al brujo que sea que viniera detrás de él qué fue lo que ocurrió –cuando Magnus se giró, el resplandor de las letras ardiendo iluminaba sus ojos de gato con oro–. Fue atacado por los siervos de Valentine. Ellos reclamaron el Libro del Blanco. Junto al Libro Gris, está entre los más famosos volúmenes de obra sobrenatural jamás escritos. Ambos tienen la receta de la pócima que tomó Jocelyn, y la receta del antídoto para ello está contenida en ese libro.

La boca de Clary se abrió.

-¿Así que estaba aquí?

-No. Le pertenecía a tu madre. Todo lo que hizo Ragnor fue aconsejarle dónde esconderlo de Valentine.

-Entonces está...

-Está en la casa solariega de los Wayland. Los Wayland tenían su casa muy cerca de donde vivían Jocelyn y Valentine; eran sus vecinos más cercanos. Ragnor sugirió que tu madre ocultara el libro en su casa, donde Valentine nunca lo buscaría. En la biblioteca, de hecho.

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora