¿El Gard Oscuro?

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—Dios, mi cabeza —dijo Alec mientras él y Jace se arrodillaron al lado de la cúspide de roca que coronaba la cima de una colina gris. La roca los cubría, y más allá de ella, usando las runas con visión de futuro, podían ver la fortaleza medio en ruinas, y todo alrededor, los Cazadores Oscuros agrupados como hormigas.

Era como un espejo deformado de la Colina del Gard de Alicante. La estructura se asemejaba a la Colina del Gard que ellos conocían, pero con un enorme muro alrededor de ella, la fortaleza se encerraba dentro como un jardín en un claustro.

—Tal vez no deberías haber bebido tanto la noche anterior —dijo Jace, inclinándose hacia adelante y entrecerrando los ojos. Todo alrededor de la pared de los Cazadores Oscuros se situaba en anillos concéntricos, un grupo apretado delante de las puertas que conducían dentro. Había pequeños grupos de ellos en puntos estratégicos por toda la colina. Alec pudo ver a Jace calcular los números del enemigo, considerando y descartando las estrategias en su cabeza.

—Tal vez deberías intentar verte un poco menos petulante acerca de lo que hiciste anoche —dijo Alec.

Jace casi se cayó de la cresta.

—No me veo como un petulante. Bueno... —se corrigió—... No más de lo habitual.

—Por favor —dijo Alec, sacando su estela—. Puedo leer tu cara como un muy abierto libro pornográfico. Ojalá no pudiera.

—¿Es esa tu manera de decirme que cambie mi cara? —inquirió Jace.

—¿Recuerdas cuando te burlaste de mí por andar a escondidas con Magnus y me preguntaste si había caído en eso? —preguntó Alec, colocando la punta de la estela contra su antebrazo y empiezando a dibujar una iratze—. Esta es la revancha.

Jace rió y agarró la estela de Alec.

—Dame eso —dijo, salió a buscar la iratze para él, con su habitual ademán desordenado. Alec sintió la patada adormecedora cuando su dolor de cabeza comenzaba a retroceder.

Jace volvió su atención de nuevo a la colina.

—¿Sabes qué es interesante? —dijo—. He visto un par de demonios que vuelan, pero se están quedando bien lejos del Gard Oscuro...

Alec levantó la ceja.

—¿El Gard Oscuro?

—¿Tienes un nombre mejor? —Jace se encogió de hombros—. De todos modos, se están quedando fuera del Gard Oscuro y la colina. Sirven a Sebastian, pero parece que están respetando su espacio.

—Bueno, no pueden estar muy lejos —dijo Alec—. Llegaron al Salón de los Acuerdos bastante rápido cuando activaste la alarma.

—Podrían estar dentro de la fortaleza —dijo Jace, expresando lo que ambos estaban pensando.

—Ojalá hubieras conseguido el skeptron —dijo Alec, en voz baja—. Me da la sensación de que podría llevar a fuera una gran cantidad de demonios. Si todavía funcionara, después de todos estos años. —Jace tenía una extraña expresión en el rostro. Alec se apresuró a añadir—: No es que alguien podría haberlo conseguido. Has intentado...

—No estoy muy seguro —dijo Jace, su expresión calculadora y lejana—. Vamos. Volvamos con los demás.

No había tiempo para responder; Jace ya se estaba retirando. Alec lo siguió, arrastrándose hacia atrás, fuera del alcance de la vista del Gard Oscuro. Una vez que hubieron ido bastante lejos, se enderezaron y medio se deslizaron por la pendiente rocosa hacia donde los otros estaban esperando. Simon estaba junto a Izzy, Clary tenía su cuaderno de dibujo y una pluma, estaba dibujando runas. Por la forma en que negaba con la cabeza, arrancando las páginas y arrugándolas en su mano, no iba tan bien como a ella le hubiera gustado.

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora