No me quedaré aquí en Alicante mientras Magnus está en peligro

126 9 0
                                    

Jace estaba caminando de un lado a otro por la habitación como un gato. Los demás lo miraban, Simon especialmente con una ceja levantada.

—¿No hay otra manera de entrar? —preguntó Jace—. ¿No podemos Transportarnos?

—No somos demonios. Podemos Transportarnos sólo dentro de una dimensión —dijo Alec.

—Ya lo sé, pero si Clary experimenta con las runas Transportadoras...

—No voy a hacerlo —lo interrumpió Clary, poniendo su mano de forma protectora sobre el bolsillo donde su estela descansaba—. No os pondré en peligro. Me Transporté con Luke a Idris y casi nos matamos. No os arriesgaré.

Jace siguió caminando. Era lo que hacía cuando estaba pensando, Clary lo sabía, pero igual le miró con preocupación. Jace estaba cerrando y abriendo sus manos y murmurando entre dientes.

Finalmente se detuvo.

—Clary —dijo—. Puedes hacer un Portal a la Corte Seelie, ¿no?

—Sí —dijo ella—. Eso lo puedo hacer... he estado allí, lo recuerdo. ¿Pero estaríamos seguros? No hemos sido invitados, y a las Hadas no les gustan las invasiones en su territorio...

—Nadie más que yo irá —dijo Jace—. Haré esto solo.

Alec se puso en pie.

—Lo sabía. ¡Maldición, lo sabía! Y absolutamente no irás solo. No es una opción.

Jace enarcó una ceja hacia él; estaba tranquilo por fuera, pero Clary pudo ver la tensión en la postura de sus hombros y la forma en que se mecía ligeramente hacia adelante sobre las puntas de sus pies.

—¿Desde cuándo dices "maldición"?

—Dado que la maldita situación lo amerita. —Alec cruzó los brazos sobre el pecho—. ¿Pensé que íbamos a discutir si hablaríamos con la Clave o no?

—No podemos hacerlo —dijo Jace—. No si entraremos a los reinos demonio a través de la Corte Seelie. No es como si la mitad de la Clave pudiera ir a la Corte; eso parecería un acto de guerra contra las Hadas.

—¿Y tu plan es que nosotros cinco podemos engatusarlos para dejarnos pasar? —Isabelle levantó una ceja.

—Hemos hablado con la Reina antes —dijo Jace—. Fueron con la Reina cuando... cuando estaba con Sebastian.

—Y nos engañó con sus anillos walkie-talkie para poder escucharnos —dijo Simon—. Yo no confiaría en ella más de lo que podría confiar en un elefante de tamaño medio.

—No he dicho nada de confiar en ella. Hará lo que sea de su interés en el momento. Sólo tenemos que hacer que sea de su interés dejarnos acceder a la carretera de Edom.

—Todavía somos Cazadores de Sombras —dijo Alec—. Aún representamos a la Clave. Hagamos lo que hagamos en el reino de las Hadas, se lo tomarán de manera personal.

—Entonces procederemos con tacto e inteligencia —dijo Jace—. Me encantaría que la Clave se encargase de la Reina y su corte por nosotros. Pero se nos agota el tiempo. Luke, Jocelyn, Magnus y Raphael... A ellos se les agota el tiempo. Sebastian se está preparando, está acelerando sus planes, su sed de sangre. No saben en lo que se convierte cuando se pone así, pero yo sí. Yo sí lo sé. —Jace contuvo el aliento, había una fina capa de sudor sobre sus pómulos—. Es la razón por la quiero hacer esto solo. El Hermano Zachariah dijo que yo soy el fuego celestial. No podemos conseguir a Gloriosa otra vez. No podemos invocar a otro ángel, no hay alternativa.

—Bien —dijo Clary—, pero incluso si eres la única fuente de fuego celestial, no significa que solo tú debes hacerlo.

—Tiene razón —dijo Alec—. Sabemos que el fuego celestial puede hacerle daño a Sebastian. Pero no sabemos si es lo único que puede hacerle daño.

—Y también no significa que eres el único en matar a los Cazadores Oscuros que trabajan con Sebastian —señaló Clary—. O que puedes ir a la Corte Seelie por cuenta propia o, después de eso, atravesar algún reino demonio abandonado donde debes encontrar Sebastian...

—No podemos rastrearlo porque no estamos en la misma dimensión —dijo Jace. Levantó la muñeca donde la pulsera de plata de Sebastian brillaba—. Una vez que esté en su mundo podré rastrearlo. Ya lo he hecho antes...

—Juntos podemos rastrearlo —dijo Clary—. Jace, esto no se trata sobre encontrarlo, esto es lo más grande y enorme que hemos hecho. No es sobre matar a Sebastian, es sobre sus liberar a sus prisioneros. Es una misión de rescate. Sus vidas están en juego, así como la nuestra. —Su voz se quebró. Jace había detenido su andar y miró a cada uno de sus amigos, casi suplicante.

—Es sólo que no quiero que nada les suceda —respondió él.

—Sí, bueno, ninguno de nosotros desea que algo te pase tampoco —dijo Simon—. Pero piensa en las consecuencias, ¿qué sucedería si tú vas y nosotros no? Sebastian quiere a Clary, la quiere más de lo que te quiere a ti y puede encontrarla aquí en Alicante. Nada lo detendrá de regresar de nuevo, excepto su promesa de que esperará dos días en regresar, ¿y desde cuándo sus promesas valen la pena? Podía venir por cualquiera de nosotros en cualquier momento, ya lo demostró con los representantes de Subterráneos. Ahora mismo somos un blanco fácil. Lo mejor será ir donde él no lo espere o nos encontrará.

—No me quedaré aquí en Alicante mientras Magnus está en peligro —dijo Alec, con una voz adulta sorprendentemente fría—. Ve sin mí y menosprecia nuestros juramentos parabiatai, me faltas el respeto como un Cazador de Sombras y me faltas el respeto por el hecho de que esta es mi batalla también.

Jace lo miró sorprendido.

—Alec, nunca menospreciaría nuestro juramento. Eres uno de los mejores Cazadores de Sombras que conozco...

—Por eso vamos contigo —dijo Isabelle—. Nos necesitas. Necesitas de Alec y de mí para apoyarte en el camino como siempre hemos hecho siempre. Necesitas los poderes rúnicos de Clary y la fuerza vampírica de Simon. Esta no es sólo tu pelea. Si nos respetas como Cazadores de Sombras y como tus amigos, entonces estamos contigo. Es así de simple.

—Lo sé —dijo Jace, en voz baja—. Yo sé que los necesito. —Miró a Clary, y ésta oyó la voz de Isabelle diciendo «necesitas los poderes rúnicos de Clary» y recordó la primera vez que había visto a Jace en su vida, con Alec e Isabelle a su lado, y de lo peligroso que pensó que él era. Nunca se le había ocurrido que era igual a él, que era peligrosa.

—Gracias —dijo él, y se aclaró la garganta—. Está bien. Todo el mundo en marcha y empaquen sus cosas. Empaquen lo necesario: agua, todos los alimentos que puedan tomar, estelas extras y mantas. Y tú —agregó a Simon—, no creo que necesites comida, pero si has embotellado sangre, llévala. Puede que no haya nada que puedas... comer a dónde vamos.

—Pero puedo comer de unos de vosotros —dijo Simon, pero sonrió un poco, y Clary sabía que era porque Jace lo había incluido entre ellos, sin dudarlo ni un instante. Finalmente Jace había aceptado que donde ellos fueran, Simon también lo haría, fuera él un Cazador de Sombras o no.

—Muy bien —dijo Alec—. Nos encontraremos aquí dentro de diez minutos. Clary, prepárate para crear un Portal. Y, ¿Jace?

—¿Sí?

—Será mejor que tengas una estrategia para lo haremos cuando lleguemos a la Corte de las Hadas. Porque la vamos a necesitar.

-Cazadores de Sombras: Instrumentos Mortales: Ciudad del Fuego Celestial

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora