Tenías que hacer un amigo loco en la cárcel, ¿no?

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-Sebastian. Para. ¿Qué es esto? ¿Qué tienes que decirme?

Él se volvió y la encaró, todavía sosteniendo su muñeca.

-Pensaba que podríamos ir fuera –dijo él–, hablar en privado...

-No.  Quiero  quedarme  aquí  –dijo  ella,  y  oyó  su  propia  voz  flaquear ligeramente,  como  si  no estuviera  segura. Pero  ella estaba segura.  Tiró de su muñeca para atrás, soltándola de su presión–. ¿Qué pasa?

-Ese  libro  –dijo  él–,  ése  que  Fell  estaba  sosteniendo,  el  Libro  del Blanco, ¿sabes dónde lo ha conseguido?

-¿De eso es de lo que querías hablar conmigo?

-Es   un   libro   de   hechizos   extraordinariamente   poderoso   –explicó Sebastian–.  Y  uno  que...  Bueno,  que  mucha  gente  ha  estado  buscando durante mucho tiempo.

Ella resopló con exasperación.

-Está  bien,  Sebastian,  mira  –dijo  ella–.  Ese  no  es  Ragnor  Fell.  Es Magnus Bane.

-¿Ese es Magnus Bane? –Sebastian se giró y observó antes de volverse de nuevo a Clary  con una mirada acusatoria en los ojos–. Y lo has sabido todo el tiempo, ¿verdad? Conoces a Bane.

-Sí,  y lo siento. Pero él no quería que te lo dijese. Y él es el único que podría ayudarme a salvar a mi madre. Ese es el por qué de que le haya dado el Libro del Blanco. Hay un hechizo en él que podría ayudarla.

Algo  destelló  tras  los  ojos  de  Sebastian,  y  Clary  tuvo  la  misma sensación  que  había  tenido  después  de  que  él  la  besara:  un  tirón  de completo error, como si ella hubiera dado un paso hacia delante esperando encontrar tierra firme bajo los pies y, en su lugar, cayera al vacío. La mano de él salió disparada y agarró su muñeca.

-¿Tú  le  has  dado  el  libro,  el  Libro  del  Blanco,  a  un brujo?  ¿A  un asqueroso Subterraneo?

Clary se quedó muy quieta.

-No  puedo  creer  que  digas  eso  –ella  bajó  la  mirada  al  lugar  donde  la mano de Sebastian ceñía su muñeca–. Magnus es mi amigo.

Sebastian dejó de apretar su muñeca, sólo un poco.

-Lo siento –dijo él–. No debería haber dicho eso. Es sólo que... ¿Cómo de bien conoces a Magnus Bane?

-Mejor de lo que te conozco a ti –dijo Clary fríamente.

Ella  echó  un  vistazo  hacia  atrás,  hacia  el  lugar  donde  había  dejado  a Magnus con Jace y Alec... Y sintió una sacudida por la sorpresa. Magnus se  había  ido.  Jace  y  Alec  estaban  allí,  observándola  a  ella  y  a  Sebastian. Podía  sentir  el  calor  de  la  desaprobación  de  Jace  como  un  horno  abierto. Sebastian siguió su mirada, sus ojos oscureciéndose.

-¿Lo suficiente para saber a dónde ha ido con tu libro?

-No  es  mi  libro.  Se  lo he dado –dijo  Clary  con brusquedad,  pero  había una  fría  sensación  en  su  estómago,  recordando  esa  sombra  en  los  ojos  de Magnus–.  Y  no  veo  qué  te  importa  a  ti  eso.

Mira,  agradezco  que  me ofrecieras  tu  ayuda  para  encontrar  a  Ragnor  Fell  ayer,  pero  de  veras  que ahora se te está yendo la olla conmigo. Voy a volver con mis amigos.      Ella comenzó a apartarse, pero él se movió para bloquearla.

-Lo  siento.  No  debería  haber  dicho  lo  que  dije.  Es  sólo  que...  Hay mucho más en todo esto de lo que tú sabes.

-Pues dímelo.

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora