Amas a Alec lo suficiente para quedarte. Eso es algo heroico.

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―Nunca me van a devolver el depósito de garantía ―se lamentó Magnus. Estaba sentado sobre la mesa, entre las cajas de pizza y tazas de café, mirando como el resto del Equipo Bueno hacía todo lo posible para limpiar la destrucción causada por la aparición de Azazel: los agujeros humeantes en la pared, la sulfurosa cosa negra y pegajosa que goteaba de las tuberías del techo, la ceniza y otras sustancias negras ygranuladas que había en el suelo. Presidente Miau estaba tendido en el regazo del brujo, ronroneando. Magnus estaba fuera del servicio de limpieza porque había permitido que su apartamento fuera medio destruido; Simon estaba fuera de la limpieza porque después del incidente del pentagrama nadie parecía saber muy bien qué hacer con él. Había intentado hablar con Isabelle, pero ella sólo había sacudido el trapeador hacia él de forma amenazante.

―Tengo una idea―dijo Simon. Estaba sentado junto a Magnus, con los codos sobre las rodillas―. Pero no les va a gustar.

―Tengo la sensación de que tienes razón, Sherwin.

―Simon. Mi nombre es Simon.

―Lo que sea. ―Magnus agitó una mano delgada ―. ¿Cuál es tu idea?

―Tengo la Marca de Caín ―dijo Simon―. Eso significa que nada puede matarme, ¿verdad?

―Puedes suicidarte ―comentó Magnus, un poco inútilmente―. Hasta donde yo sé, los objetos inanimados pueden matar por accidente. Así que si estás planeando aprender lambada en una plataforma engrasada sobre una fosa llena de cuchillos, no lo haría.

―Ahí se va mi sábado.

―Pero nada más puede matarte―dijo Magnus. Sus ojos se habían alejado de Simon, y miraba a Alec, que parecía estar luchando contra un trapeador―, ¿por qué?

―Lo que ocurrió en el pentagrama, con Azazel, me hizo pensar ―dijo Simon―. Tú dijiste que convocar ángeles es más peligroso que convocar demonios, ya que podría castigara la persona que la convocó, o quemarla con el Fuego Celestial. Pero si yo lo hiciera... ―su voz se apagó―. Bueno, estaría a salvo, ¿no?

Eso atrajo la atención de Magnus otra vez.

―¿Tú? ¿Convocar a un ángel?

―Puedes enseñarme cómo―dijo Simon―. Sé que no soy un brujo, pero Valentine lo hizo. Si lo hizo, ¿no debería ser capaz? Quiero decir, hay seres humanos que pueden hacer magia.

―No puedo prometerte que vayas a vivir―dijo Magnus, pero había una chispa de interés en su voz contrastando con su advertencia―. La marca es una protección del Cielo, pero ¿puede protegerte contra el mismo Cielo? No sé la respuesta.

―No creía que la supieras. Pero, estás de acuerdo con que, de todos nosotros, sea el que probablemente tenga la mejor oportunidad, ¿no?

Magnus miró a Maia, quien estaba salpicando agua sucia a Jordan y riendo mientras él se retorcía, aullando. Ella se apartó el pelo rizado, dejando un oscuro rastro de tierra por su frente. Se veía joven.

―Sí ―dijo  Magnus a regañadientes―. Es probable que la tengas.

―¿Quién es tu padre? ―preguntó Simon.

Los ojos de Magnus se volvieron hacia Alec. Eran verdes dorados, tan ilegibles como los ojos del gato que ocupaba su regazo.

―No es mi tema favorito, Smedley.

―Simon―lo corrigió―. Si voy a morir por todos ustedes, lo menos que puedes hacer es recordar mi nombre.

―No vas a morir por mí ―dijo Magnus―. Si no fuera por Alec, estaría...

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora