Es como besar a mi hermano

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-No quería decírtelo delante de Clary...

Los ojos de Jace finalmente se enfocaron sobre Alec.

-¿No querías decirme qué delante de Clary?

Alec vaciló. Rara vez había visto a Jace tan descompuesto, y él sólo podía imaginar el efecto que más sorpresas desagradables podría tener sobre él. Pero no había forma de ocultar esto. Jace tenía que saberlo.

-Ayer –dijo él en voz baja–, cuando llevé a Simon al Gard, Malachi me dijo que Magnus Bane estaría esperando a Simon al otro lado del Portal, en Nueva York. Así que envié un mensaje de fuego a Magnus. Recibí noticias de él esta mañana. Él no se ha visto con Simon en Nueva York. De hecho, dice que no ha habido ninguna actividad en el Portal de Nueva York desde que Clary vino.

-Quizás Malachi estaba equivocado –sugirió Isabelle después de una rápida mirada a la cara de Jace blanca como el papel–. Quizás otra persona quedó con Simon al otro lado. Y Magnus podría estar equivocado respecto a la actividad del Portal...

Alec sacudió la cabeza.

-Subí al Gard esta mañana con mamá. Quería preguntar a Malachi sobre ello personalmente, pero cuando le vi, no puedo decir por qué, me oculté tras una esquina. No podía encararle. Entonces, le escuché hablando con uno de los guardias. Diciéndole que subieran al vampiro porque el Inquisidor quería hablar con él otra vez.

-¿Estás seguro de que se referían a Simon? –preguntó Isabelle, pero no había convicción en su voz–. Quizás...

-Ellos estuvieron hablando sobre lo estúpido que había sido el Subterraneo de creer que ellos simplemente le iban a enviar de vuelta a Nueva York sin interrogarle. Uno de ellos dijo que él no podía creer a nadie que hubiera tenido el descaro de intentar infiltrarle en Alicante para empezar. Y Malachi dijo, "Bueno, ¿qué esperas del hijo de Valentine?"

-Oh –susurró Isabelle–. Oh, dios mío –ella echó un vistazo al otro lado de la habitación–. Jace...

Las manos de Jace estaban apretadas. Sus ojos parecían hundidos, como si fueran empujados hacia atrás dentro de su cráneo. En otras circunstancias Alec habría puesto una mano sobre su hombro, pero no ahora; algo en Jace le hizo contenerse.

-Si no hubiera sido yo quien le trajera –dijo Jace con una voz baja y acompasada, como si estuviera recitando algo–, quizás le habrían dejado irse a casa. Quizás le habrían creído...

-No –dijo Alec–. No, Jace, eso es por tu culpa. Tú salvaste su vida.

-Salvarle de forma que la Clave pudiera torturarle –dijo Jace–. Todo un favor. Cuando Clary se entere... –él sacudió la cabeza ciegamente–. Creerá que lo traje aquí a propósito, que lo entregué a la Clave sabiendo lo que ellos harían.

-Ella no creerá eso. Tú no tienes ninguna razón para hacer una cosa así.

-Tal vez –dijo Jace lentamente–, pero después de cómo acabo de tratarla...

-Nadie podría nunca pensar que tú hicieras eso, Jace –dijo Isabelle–. Nadie que te conozca. Nadie...

Pero Jace no esperó a descubrir qué nadie más no podría creerlo. En su lugar se volvió y caminó hasta el ventanal que daba al canal. Se quedó allí durante un momento, la luz que entraba a través de la ventana volvía los extremos de su cabello dorados. Luego, se movió tan rápidamente que Alec no tuvo tiempo de reaccionar. Para cuando él vio qué iba a ocurrir y salió como una flecha disparado hacia delante para impedirlo, era ya demasiado tarde. Hubo un estrépito, el sonido de algo haciéndose pedazos, y una repentina aspersión de cristales rotos como una ducha de estrellas irregulares. Jace bajó la mirada hasta su mano izquierda, los nudillos surcados por escarlata, con un frío interés cuando gruesos chorros de sangre convergían y salpicaban sobre el suelo a sus pies.

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora