La cena era sorprendentemente elegante. Magnus había cenado unas pocas veces con Hadas en su vida, y la decoración siempre había tendido hacia lo naturalista—mesas de tronco de árbol, cubiertos hechos de ramas elaboradamente formadas, platos de nueces y bayas. Siempre se había quedado con la sensación, más tarde, de que habría disfrutado más el asunto si hubiera sido una ardilla.
Aquí en Idris, sin embargo, en la casa provista para el Pueblo de las Hadas, la mesa estaba puesta con sábanas blancas. Luke, Jocelyn, Raphael Meliorn, y Magnus estaban comiendo con platos de caoba pulida; los decantadores eran de cristal y los cubiertos —en deferencia a Luke y las Hadas presentes— estaban hechos no de plata o de hierro sino de delicados platones. Los caballeros Hada montaban guardia, silenciosos e inmóviles, en cada una de las salidas de la sala. Lanzas largas y blancas que despedían una tenue iluminación estaban a sus lados, lanzando un suave resplandor por la sala.
La comida tampoco estaba mal. Magnus traspasó un pedazo bastante decente de Coq Au Vin y masticó pensativamente. No tenía mucho apetito, era verdad. Estaba nervioso, un estado que detestaba. Allí afuera, más allá de estos muros y esta cena requerida, estaba Alec. No más espacio geográfico que los separara. Por supuesto, no habían estado lejos el uno del otro en Nueva York tampoco, pero el espacio que los había separado no se había contado por kilómetros, sino por las experiencias de vida de Magnus.
Era extraño, pensó. Siempre había pensado en sí mismo como una persona valiente. Se necesitaba coraje para vivir una vida inmortal y no cerrar su corazón y mente a nuevas experiencias o gente nueva. Porque lo que era nuevo casi siempre era temporal. Y lo que era temporal rompía su corazón.
—¿Magnus? —Dijo Luke, agitando un tenedor de madera casi bajo la nariz de Magnus—. ¿Estás prestando atención?
—¿Qué? Claro que sí —dijo Magnus, tomando un sorbo de vino—. Estoy de acuerdo. Cien por ciento.
—De verdad —dijo Jocelyn secamente—. ¿Estás de acuerdo con que los Subterráneos deben abandonar el problema de Sebastian y su ejército oscuro y dejárselo a los Cazadores de Sombras, como una cuestión de Cazadores de Sombras?
—Te dije que él no estaba prestando atención —dijo Raphael, que se había servido un fondue de sangre y parecía estar disfrutando de ello inmensamente.
—Bien, es un asunto de Cazadores de Sombras... —empezó Magnus, y luego suspiró, bajando su copa de vino. El vino era bastante fuerte; estaba empezando a sentirse mareado—. Oh, está bien. No estaba escuchando. Y no, por supuesto no creo eso...
—Perro faldero de Cazador de Sombras —espetó Meliorn. Sus ojos verdes se redujeron. El Pueblo de las Hadas y los brujos siempre habían disfrutado de una relación algo difícil. Tampoco les gustaban demasiado los Cazadores de Sombras, lo que les proporcionaba un enemigo común, pero el Pueblo de las Hadas menospreciaba a los brujos por su voluntad de hacer magia por dinero. Mientras tanto los brujos despreciaban al Pueblo de las Hadas por su incapacidad de mentir, sus costumbres retrógradas, y su afición por cortar la leche y robarle las vacas a los mezquinamente molestos mundanos—. ¿Hay alguna razón por la que deseas preservar la amistad con los Cazadores de Sombras, además del hecho de que uno de ellos es tu amante?
Luke tosió violentamente en su vino. Jocelyn le dio palmadita en la espalda. Raphael simplemente parecía divertido.
—Ponte acorde con el tiempo, Meliorn —dijo Magnus—. Ya nadie dice "amante."
—Además —añadió Luke—. Han terminado. —Frotó el dorso de la mano sobre sus ojos y suspiró—. Y realmente, ¿deberíamos estar chismoseando en este momento? No veo cómo las relaciones personales puedan tener cabida en esto.
—Todo es acerca de las relaciones personales —dijo Raphael, sumergiendo algo que lucía desagradable en su fondue—. ¿Por qué vosotros, los Cazadores de Sombras, teneis este problema? Porque Jonathan Morgenstern ha jurado venganza contra vosotros. ¿Por qué él ha jurado venganza? Porque odia a su padre y a su madre. Sin deseo de ofender —añadió, asintiendo hacia Jocelyn—. Pero todos sabemos que es verdad.
—No me ofendí —dijo Jocelyn, aunque su tono era frígido—. Si no fuera por mí y por Valentine, Sebastian no existiría, en ningún sentido de la palabra. Asumo toda la responsabilidad por eso.
Luke parecía estruendoso.
—Fue Valentine quien lo convirtió en un monstruo —dijo—. Y sí, Valentine era un Cazador de Sombras. Pero no es como si el Concejo estuviera respaldando y apoyándolo a él o a su hijo. Están activamente en guerra con Sebastian, y quieren nuestra ayuda. Todas las razas, licántropos, vampiros, brujos y, sí, el Pueblo de las Hadas, tienen el potencial de hacer el bien o hacer el mal. Parte del propósito de los Acuerdos es decir que todos los que hacemos el bien, o esperamos hacerlo, estamos unidos en contra de aquellos que hacen el mal. Independientemente de las líneas de sangre.
Magnus apuntó con su tenedor a Luke.
—Ése —dijo—, fue un discurso hermoso. —Hizo una pausa. Definitivamente estaba pronunciando mal sus palabras. ¿Cómo había llegado a emborracharse tan rápido con tan poco vino? Era generalmente mucho más cuidadoso. Frunció el ceño—. ¿Qué clase de vino es este? —Preguntó.
Meliorn se recostó en su silla, cruzando los brazos. Había un brillo en sus ojos cuando contestó.
—¿La cosecha no te complace, brujo?
Jocelyn había bajado su copa lentamente.
—Cuando las Hadas contestan preguntas con preguntas —dijo ella—, nunca es buena señal
—Jocelyn... —Luke se estiró para poner la mano en su muñeca. Él la perdió. Se quedó mirando atontado a su mano por un momento, antes de bajarla lentamente a la mesa.
—¿Qué —dijo, pronunciando lentamente cada palabra con cuidado—, has hecho, Meliorn?
El caballero Hada se rió. El sonido era un borrón musical en los oídos de Magnus. El brujo fue a bajar su copa de vino, pero se dio cuenta de que ya la había dejado caer. El vino se había escurrido en la mesa como la sangre. Miró hacia arriba y sobre Raphael, pero Raphael estaba boca abajo sobre la mesa, quieto e inmóvil. Magnus trató de formar su nombre a través de sus labios entumecidos, pero ningún sonido salió.
De alguna manera se las arregló para ponerse sobre sus pies. La sala oscilaba alrededor de él. Vio a Luke hundirse contra su silla; Jocelyn se levantó de pie, solo para desplomarse en el piso, su estela rodando de su mano. Magnus se tambaleó hacia la puerta, estiró una mano para abrirla... En el otro lado estaban los Cazadores Oscuros, vestidos en trajes rojos. Sus rostros estaban inexpresivos, sus brazos y cuellos adornados con runas, pero con ninguna que Magnus estuviera familiarizado. Estas runas no eran las runas del Ángel. Hablaban de disonancia, de los reinos demoniacos y oscuros, poderes caídos.
Magnus giró lejos de ellos, y sus piernas se rindieron debajo de él. Cayó de rodillas. Algo blanco se levantó ante él. Era Meliorn, en su armadura de nieve, doblado en una rodilla para mirar a Magnus a la cara.
—Engendro del demonio —dijo—. ¿Realmente creías que alguna vez podríamos llegar a aliarnos con tu clase?
Magnus exhaló un aliento. El mundo se estaba oscureciendo en los bordes, como una fotografía quemándose, encrespándose en las esquinas.
—El Pueblo de las Hadas no miente —dijo.
—Niño —dijo Meliorn, y había casi simpatía en su voz—. ¿No sabes después de todos estos años que el engaño puede ocultarse a plena vista? Oh, pero eres un inocente, después de todo.
Magnus trató de alzar su voz para protestar que él era cualquier cosa pero menos inocente, pero las palabras no vinieron. La oscuridad lo hizo, sin embargo, y lo arrastró hacia abajo y lejos.
-Cazadores de Sombras: Instrumentos Mortales: Ciudad del Fuego Celestial
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Amor diferente (Malec) - Completa
FanficEs una recopilación de las historias de la hermosa pareja Alexander Lightwood (nefilim) y Magnus Bane (brujo) de la saga Cazadores de Sombras de la autora Cassandra Clare todos los créditos y felicitaciones para la escritora por darnos a esta linda...