¿Dónde está Jace?

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—Alguien gritó —dijo—. Ustedes quédense aquí, iré a ver qué pasa.

—No... no —Isabelle se puso de pie al mismo momento que Alec entraba en la cámara, jadeando.

—Jace —dijo él—. Algo le está pasando, Clary, trae tu estela y ven. —Él se giró y se lanzó de nuevo por el túnel. Clary atoró a Eósforo a través de su cinturón y corrió tras él. Corrió por el pasillo, sus botas deslizándose sobre las rocas irregulares, y explotó en la noche, su estela ahora en su mano.

La noche estaba ardiendo. La meseta con rocas grises inclinada hacia el desierto, y donde las rocas se reunían en la arena había fuego, fuego en el aire, transformando al cielo dorado, quemando la tierra. Miró a Alec.

—¿Dónde está Jace? —Ella gritó por encima del crujido de las llamas. Él aparto la vista de ella, viendo hacia el corazón del fuego.

—Allí —dijo—. Dentro de eso. Vi al fuego salir de él y tragarlo.

Clary sintió que su corazón se paralizaba; se tambaleó hacia atrás, lejos de Alec como si la hubiera golpeado, y entonces él se volvió hacia ella, diciendo

—Clary. No está muerto. Si así fuera, lo sabría. Sabría...

Isabelle y Simon llegaron corriendo de la entrada de la cueva detrás de ellos; Clary vio su reacción ante el Fuego Celestial, los ojos de Isabelle se ampliaron, y Simon retrocedió con horror ante el fuego, el fuego y los vampiros no se mezclaban, incluso si él era un vampiro diurno. Isabelle lo abrazó como si pudiera protegerlo; Clary la podía escuchar gritando, sus palabras perdiéndose en el rugido de las llamas. El brazo de Clary ardiendo y picando. Miró abajo para darse cuenta de que había estado dibujando sobre su piel, el acto reflejo tomando control de su mente consiente. Ella vio una runa pyro, una runa de protección contra el fuego, aparecer en su muñeca, intensa y negra contra su piel. Era una runa fuerte: podía sentir la fuerza de la misma, irradiando de ella. Ella empezó a bajar la pendiente, volteándose cuando sintió a Alec detrás de ella.

—¡No te acerques! —Le gritó, y levantó su muñeca, mostrándole la runa—. No sé si funcionara —dijo—. Quédate aquí; protege a Simon y a Izzy, el fuego celestial mantendrá a los demonios lejos, pero sólo por si acaso. —Y luego se alejó, lanzándose suavemente entre las rocas, cerrando la distancia entre ella y el fuego, Alec de pie en el camino detrás de ella, sus manos en puños a sus costados.

De cerca el fuego era una pared dorada, un movimiento cambiante, colores cambiando en su centro: rojo ardiente, lenguas de naranja y verde. Clary no podía ver nada más que flamas; el calor que emanaba de la hoguera hacía que su piel picara y sus ojos se humedecieran.

Ella tomó un respiro y tuvo la sensación de que su garganta ardía, y entró en el fuego.

La envolvió como un abrazo. El mundo se volvió rojo, dorado, naranja, y cruzó frente a sus ojos. Su cabello se levantó y voló en el aire caliente, y no pudo distinguir cuales eran las hebras ardientes y cuál era el fuego en sí mismo. Ella dio un paso cuidadosamente, tambaleándose como si estuviera caminando contra un viento masivo de frente, podía sentir la runa palpitando en su brazo con cada paso que daba, mientras que las flamas se arremolinaban encima y alrededor de ella.

Ella tomó otro respiro ardiente y empujó hacia adelante, sus hombros curvados como si estuviera llevando una carga pesada. No había nada a su alrededor excepto fuego. Moriría en el fuego, pensó, ardiendo como una pluma, ni siquiera habría una huella izquierda en la suciedad de este mundo para demostrar que ella había estado allí.

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora