¿La Copa del Ángel?

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Protestó un poco cuando le pidieron que se quedara junto a la furgoneta, pero Jace le recalcó la importancia de tener un vehículo de huida en marcha junto al bordillo.

-La luz del sol es fatal para los demonios, pero no lastima a los repudiados. ¿Y si salen en nuestra persecución? ¿Y si la grúa se lleva el coche?

Lo último que Clary vio de Simon cuando se volvió para agitar la mano desde el porche fueron sus largas piernas recostadas en el salpicadero mientras revisaba la colección de CD de Eric. Soltó un suspiro de alivio. Al menos Simon estaba a salvo.

El olor la golpeó en cuanto cruzaron la puerta principal. Era casi indescriptible, como huevos pasados, carne agusanada y algas pudriéndose en una playa calurosa. Isabelle arrugó la nariz, y Alec se puso verdoso, pero Jace dio la impresión de estar inhalando un raro perfume.

-Ha habido demonios aquí anunció, con impasible satisfacción-. Recientemente, además.

Clary le miró con preocupación.-Pero no están ya

-No. Negó con la cabeza-. Lo habríamos captado. Movió la barbilla en dirección a la puerta de Dorothea, firmemente cerrada, sin una brizna de luz asomando por debajo-. Podría tener que responder a algunas preguntas si la Clave se entera de que ha estado agasajando a demonios.

-Dudo que la Clave vaya a estar demasiado satisfecha sobre nada de esto replicó Isabelle-. En comparación, probablemente saldría mejor parada que nosotros.

-No les importará siempre y cuando consigamos la Copa al final. Alec miraba a su alrededor, con los ojos azules evaluando el vestíbulo, de proporciones considerables, la escalera curva que conducía arriba, las manchas en las paredes-. En especial si eliminamos a unos cuantos repudiados mientras lo hacemos.

Jace negó con la cabeza.

-Están en el apartamento del piso de arriba. Mi opinión es que no nos molestarán a menos que intentemos entrar.

Isabelle se apartó un mechón pegajoso del rostro de un soplido y miró a Clary torciendo el gesto.

-¿A qué estás esperando?

Clary dirigió una involuntaria mirada a Jace, que le dedicó una sonrisa de soslayo. Adelante, dijeron sus ojos.

La muchacha cruzó el vestíbulo hacia la puerta de Dorothea, pisando con cuidado. Con la claraboya ennegrecida por la suciedad y la bombilla de la entrada aún fundida, la única iluminación provenía de la luz mágica de Jace. La atmósferaera calurosa y pesada, y las sombras parecían alzarse ante ella igual que plantas que crecieran mágicamente a toda velocidad en un bosque de pesadilla. Alzó el brazo y golpeó con los nudillos la puerta de Dorothea, una vez ligeramente y luego otra vez con más fuerza.

Se abrió de golpe, derramando un gran chorro de luz dorada sobre el vestíbulo. Dorothea estaba allí de pie, colosal e imponente, envuelta en bandas de tela verde y naranja. Ese día, el turbante era amarillo fluorescente, adornado con un canario disecado y un reborde de cinta en zigzag. Unos pendientes de colgante se balanceaban contra sus cabellos y llevaba los enormes pies descalzos. Clary se sorprendió: nunca antes había visto descalza a Dorothea, o calzando otra cosa que sus desgastadas zapatillas.

Las uñas de los dedos de los pies eran de un tono rosa pálido, de muy buen gusto.

-¡Clary! exclamó, y envolvió a la muchacha en un abrumador abrazo.

Por un momento, Clary se debatió, enredada en un mar de carne perfumada, tiras de terciopelo y los extremos adornados con borlas del chal de Dorothea.

-¡Dios bendito, muchacha! exclamó la bruja, meneando la cabeza hasta que los pendientes se balancearon igual que un móvil de campanillas en medio de una tormenta-. La última vez que te vi, desaparecías por mi Portal. ¿Adónde fuiste a parar?

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora