Desearía ir contigo a Idris

157 5 0
                                    

—Simon —dijo una voz en su hombro, y él se dio la vuelta para ver a Izzy, su rostro una mancha pálida entre el cabello oscuro y la capa oscura, lo miraba con una expresión medio enojada, medio triste—. ¿Supongo que esta es la parte donde decimos adiós?

—No un adiós para siempre —protestó Simon, pero Isabelle simplemente frunció el ceño.

—Ven aquí —dijo ella, y tiró de su manga. Estaba usando guantes de terciopelo rojo oscuro y sus manos parecían como una salpicadura de sangre contra la tela azul marino de la chaqueta de él.

Simon alejó el pensamiento. Deseaba no pensar en sangre en momentos inoportunos.

—¿A dónde?

Isabelle rodó los ojos y tiró de él a un lado, hacia un rincón sombrío cerca de las puertas delanteras del Instituto. El espacio no era grande, y Simon podía sentir el calor del cuerpo de Isabelle, el frio y el calor no le afectaban desde que se había convertido en vampiro, a menos que fuera el calor de la sangre. No sabía si era porque había bebido la sangre de Isabelle antes, o si era algo más profundo, pero estaba consciente del pulso de sangre a través de sus venas como de nadie más.

—Desearía ir contigo a Idris —dijo él, sin preámbulos.

—Estás a salvo aquí —dijo ella, aunque sus ojos oscuros se suavizaron—. Además, no nos vamos para siempre. Los únicos Subterráneos que pueden ir a Alicante son los miembros del Concejo porque van a tener una reunión para averiguar lo que todos vamos a hacer y posiblemente nos envíen de vuelta. No podemos ocultarnos en Idris mientras Sebastian destroza todo afuera. Los Cazadores de Sombras no hacen eso.

Él acarició su mejilla con un dedo.

—Pero, ¿tú quieres que me oculte aquí?

—Tienes a Jordan para que te vigile —dijo ella—. Tu guardaespaldas personal. Eres el mejor amigo de Clary —agregó—. Sebastian sabe eso. Eres un adecuado rehén. Deberías estar donde él no está.

—Nunca ha mostrado ningún interés en mí antes. No veo por qué lo haría ahora.

Ella se encogió de hombros, apretando su capa alrededor de sí misma.

—Nunca muestra ningún interés en nadie excepto Clary y Jace, pero eso no quiere decir que no empezará a hacerlo. No es estúpido. —Dijo de mala gana, como si odiara darle mucho crédito a Sebastian—. Clary haría cualquier cosa por ti.

—Ella haría cualquier cosa por ti también, Izzy. —Y ante la mirada dudosa de Isabelle, él ahuecó su mejilla—. Bueno, si no te irás por mucho tiempo, ¿de qué se trata todo esto entonces?

Ella hizo una cara. Su boca y mejillas estaban rosadas, el frio traía el rojo a la superficie. Deseó poder presionar sus fríos labios con los de ella, tan llenos de sangre, vida y calor, pero estaba consciente que sus padres miraban.

—Escuché a Clary cuando se estaba despidiendo. Dijo que te quería.

Simon la miró fijamente.

—Sí, pero ella no lo quiso decir de esa manera... Izzy.

—Lo sé —protestó Isabelle—. Por favor, lo sé. Pero es solo que lo dijo tan fácilmente, y tú se lo dijiste tan fácilmente, y yo nunca se lo he dicho a nadie. No a nadie que no estuviera relacionado conmigo.

—Pero si lo dices —dijo él—, podrías resultar herida. Por eso no lo haces.

—Tú también podrías. —Sus ojos estaban grandes y negros, reflejando las estrellas—. Resultar herido. Yo podría herirte.

—Lo sé —dijo Simon—. Lo sé y no me importa. Jace me dijo una vez que caminarías sobre mi corazón con botas de tacón alto, y eso no me ha detenido.

Isabelle dio un pequeño jadeo por la sorpresiva risa.

—¿Dijo eso? ¿Y te quedaste?

Se inclinó hacia ella, si tuviera respiración, hubiera movido su cabello.

—Lo considero un honor.

Ella giró la cabeza y sus labios se rozaron juntos. Los de ella estaban dolorosamente calientes. Estaba haciendo algo con sus manos. Desabrochando su capa, pensó él por un momento, ¿pero seguramente Isabelle no estaba a punto de sacarse la ropa delante de toda su familia? No era que Simon estuviera seguro que tendría la fortaleza para detenerla. Era Isabelle, después de todo, y ella casi —casi— había dicho que lo amaba.

Sus labios se movieron contra la piel de él mientras hablaba.

—Toma esto —susurró ella, y él sintió algo frio detrás de su cuello, el suave deslizamiento del terciopelo mientras ella se echaba atrás y sus guantes rozaban su garganta.

Él bajó la mirada. Contra su pecho brillaba un cuadrado de color rojo sangre. El pendiente rubí de Isabelle. Era una reliquia de los Cazadores de Sombras, encantada para detectar la presencia de energías demoniacas.

—No puedo tomarlo —dijo conmocionado—. Iz, esto debe valer una fortuna.

Ella enderezó sus hombros.

—Es un préstamo, no un regalo. Consérvalo hasta que te vea de nuevo. —Pasó los dedos enguantados alrededor del rubí—. Hay una vieja historia de que llegó a nuestra familia por medio de un vampiro. Así que es apropiado.

—Isabelle, yo...

—No —dijo ella, interrumpiéndolo, aunque él no sabía exactamente lo que iba a decir—. No lo digas, no ahora. —Se estaba alejando de él. Podía ver a su familia detrás de ella, todo lo que quedaba del Cónclave. Luke había cruzado el Portal, y Jocelyn estaba en medio de seguirlo. Alec salía del lado del Instituto con las manos en los bolsillos, miró por encima a Isabelle y Simon, levantó una ceja y continuó caminando—. Solo no... no salgas con nadie más mientras no estoy, ¿de acuerdo?

La siguió con la mirada.

—¿Eso significa que estamos saliendo? —Dijo, pero ella solo arqueó una sonrisa y luego se dio vuelta y corrió hacia el Portal. Él la vio tomar la mano de Alec, y ellos cruzaron juntos. Siguió Maryse, y luego Jace, y finalmente Clary era la última, parada al lado de Catarina, enmarcada por la chisporroteante luz azul.

Ella le guiñó un ojo a Simon y pasó a través. Él vio el torbellino del Portal mientras la atrapaba, y luego se había ido. Simon puso la mano en el rubí en su garganta. Pensó que podía sentir un latido adentro de la piedra, un pulso cambiante. Era casi como tener un corazón de nuevo.

-Cazadores de Sombras: Instrumentos Mortales: Ciudad del Fuego Celestial

Amor diferente (Malec) - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora